Un mensaje constructivo
La familia real más simpática de estrellas para abajo ha tenido la delicadeza de honrar al pueblo burgalés con su presencia. Los niños ríen y la primavera brilla más en la meseta castellana con la visita de los graciosos príncipes. Éstos, siempre sensibles a las necesidades del vulgo, han tenido a bien inaugurar (con dos años de retraso) las instalaciones de Promecal, grupo del insigne empresario Antonio Miguel Méndez Pozo. Todos los burgaleses, como un solo hombre, no podemos menos que gritar gracias al cielo porque la sangre azul salude al fin a esa persona comprometida con la sociedad civil, ese hombre hecho a sí mismo, ese prócer que con el sudor de su frente permite a los padres burgaleses alimentar a sus familias un día tras otro.
Injustamente encarcelado por un quítame allá esos planes urbanísticos, la visita de la familia real demuestra que en este país, más allá de las maledicencias e insidias que sólo esconden envidia, el hombre trabajador siempre encuentra su recompensa. Perdonen si la emoción me embarga y tuerce mis renglones, pero no puedo contener el júbilo al recalcar que el cardenal Antonio Cañizares ofició la bendición del edificio.
En estos tiempos de zozobra, en los que se rompe el país, se permiten e incluso fomentan las perversiones más antinaturales y la creación de riqueza a través de la honorable actividad de recalificar terrenos y levantar edificios está mal vista (habrá algo más bonito que dar techo a las familias...) conjunciones como ésta deberían ser motivo de celebración en las mesas de todo español que se precie. Porque, al fin, Iglesia y Casa Real envían un mensaje constructivo a la sociedad. Por cierto, que el jamón lo pagamos todos vía Junta de Castilla y León.
Viva la República!