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Y allá van de nuevo...

lunes, febrero 22, 2010

Puff

Algo falla cuando la primera de un periódico parece la primera de un tebeo, mal vamos. Hagan un ejercicio de abstracción, es decir, olviden la cabacera, el tipo de letra y piensen: "Pufff, dinitrotolueno". ¿Qué les viene a la cabeza? ¿Habrá en las últimas páginas de El Mundo una historieta de El Botones Sacarino?



En fin, al menos queda el consuelo de que un lunes por la mañana uno puede llegar al trabajo y reconfortarse con el recuerdo de los tebeos que uno todavía en la casa familiar, y que todavía lee de vez en cuando antes de acostarse...

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domingo, febrero 14, 2010

Pachelbel nos persigue

36 canciones hechas con cuatro acordes. Para ver y oír en casa, no chungamente en el curro como ustedes, vagos.



Sí, es el canon de Pachelbel, que nos persigue. No se lo pierdan:

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miércoles, febrero 10, 2010

La partida de póker

El euro, como todas las cosas indefinidas, que no hablan ni tienen bandera ni prensa afín ni nada, es ideal para cargar culpas, como los árbitros de fútbol. Se le puede echar la culpa de la crisis y, al minuto siguiente, decir que es víctima de una conspiración. Total, no va a quejarse. A mi entender, la peseta no habría evitado el recalentamiento de la economía española ni la llegada de flujos de dinero que compensasen el déficit exterior y que financiasen un elevadísimo endeudamiento privado. Islandia es un ejemplo. Pero también los estados bálticos; los desequilibrios se pueden prolongar mucho tiempo, hasta que el mercado los corrige, a hostias, claro. Durante los peores momentos del crac, la existencia del euro ha sido una protección que ha evitado una fuga de capitales. Sin la protección de la divisa y del BCE, lo habríamos pasado peor en 2008 y 2009.

Tampoco creo que lo de estos días sea nada personal. La especulación quiere ganar dinero, y cuando el contexto es favorable, se pone a ello. Y punto. Si acaso, el puntito de euroescepticismo de la prensa británica ha hecho que todo parezca más grande. Sucede que el mercado, cuando ha dejado de ganar dinero en bolsa, materias primas, bonos de empresa, mercados emergentes etc. etc., ha visto una falla en la zona euro, y la ha explotado. La han tomado con la periferia europea, porque hay motivos para ello, porque son mercados líquidos donde se puede mover mucha pasta, y porque no hieren demasiadas susceptibilidades. Se ha comparado con los ataques al Sistema Monetario Europeo de Soros, pero no es lo mismo. De hecho, es una comparación que puede ser confusa.

En 1992 Soros quería sacar a la libra del SME, y tenía delante al Banco de Inglaterra, que no quería. Soros lanzó la apuesta y el dinero se fue detrás de el. Perdió el Banco de Inglaterra. Ahora es distinto; ahora es una partida de póker a varias bandas que empezó en noviembre-diciembre, cuando el mercado empezó a castigar a Grecia por sus maltrechas finanzas públicas. El gobierno se mostró reticente a meter la tijera en el gasto, y el mundo financiero barajaba varias opciones, asumiendo que no se dejaría caer a Grecia. De un tiempo a esta parte, hasta ayer de hecho, el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y los principales Estados miembros han dejado claro que cada país tiene que ser responsable de sus actos. Y los mercados han aceptado gustosos el papel de poli malo, que de paso gana pasta. Los resultados de la somanta de yoyas a la vista están. En pocas semanas los gobiernos de Portugal, Grecia y España han aparecido como prudentes y abnegadas amas de casa dignas de aparecer en los manuales de la Sección Femenina. Sí, la zurra bursátil tiene algo más de eficacia que las monjiles regañinas de Almunia, Trichet o, acabáramos, van Rompuy.

Pero no hay un objetivo más allá. Sacar a Grecia de la zona euro o pensar que va a dejar de pagar sus deudas puede ser la fantasía erótica de algún Lord inglés euroescéptico o del editorialista de algún tabloide con chica en la 3, pero no es una opción en la que un inversor arriesgaría su dinero. El BCE puede ser una estricta gobernanta prusiana, pero no va impartiendo justicia por el mundo. Permite que el mercado obligue a España a cuadrar las cuentas, pero no le conviene que nadie quiebre. Ya puso en marcha la máquina de imprimir billetes en 2008 (al igual que la Fed y el Banco de Inglaterra), y con pulsar un botón puede comprar deuda española emitiendo dinero nuevo. Eso quebraría en minutos a cualquier fondo con posiciones contra el euro o la deuda griega, y como los inversores lo saben, se baten en retirada rápidamente.

Hasta ayer, Europa no pestañeó, porque quiere que exista disciplina fiscal. El euro proporciona un colchón financiero a los Estados, que se pueden permitir déficit que el mercado, en otro contexto, castigaría con unos tipos de interés extraordinariamente altos. Si, además de eso, el BCE respalda abiertamente a los países con más deuda, estaría incentivando la indisciplina. Pero tampoco el plan de ayuda a Grecia que parecen estar poniendo en marcha la Unión Europea será el final de la crisis. Si se diese carta blanca al Gobierno, no aprobaría los recortes de gasto, y volveríamos a la situación anterior. Y conviene no olvidar que los especuladores ganan también cuando todo mejor. Durante algunas semanas o meses, seguiremos en la montaña rusa.

La prueba de fuego llegará cuando el BCE tenga que decidir si la deuda griega puede ser aceptada como colateral cuando un banco pide dinero. Esto, en cristiano, quiere decir que hoy por hoy el Banco del Pireo puede comprar deuda del Tesoro heleno y pedir dinero al BCE (al 1%) utilizando estos bonos como garantía. Eso permite que el Estado griego coloque sus bonos en el mercado; es como comprar una casa para alquilarla teniendo garantizado que la letra de la hipoteca será menos de lo que cobras por alquilar. La casa podrá subir o bajar de precio, pero siempre tendrá salida en el mercado.

De forma extraordinaria, el BCE rebajó en 2008 los requisitos para el uso de estos colaterales, rebajando a BBB la calificación mínima exigida desde A-. En teoría, a finales de 2010 se vuelve al sistema anterior. La deuda griega aún cumpliría el requisito mínimo, pero una rebaja de rating (algo muy probable) haría que Grecia tuviese más problemas para vender deuda. Obligaría al BCE a elegir entre dejar a Grecia a los pies de los caballos o enviar a Irlanda, Portugal, Italia, España y al resto la señal de que Fraulein siempre nos lavará la ropa cuando nos ensuciamos. Es lo que quiere evitar a toda costa, y por eso deja a los mercados golpear con saña. Pero eso no quiere decir que esté dispuesto a sacrificar la zona euro en el altar de la estabilidad financiera.

Por eso el ataque de los mercados tiene un recorrido limitado. El presunto objetivo final (impago, ruptura del euro) es demasiado ambicioso, no existe. En el otro lado, ni Grecia ni nadie puede aguantar el órdago de los mercados ni confiar abiertamente en un respaldo incondicional de Europa. La partida de póker continuará, un tira y afloja entre los inversores y los planes de austeridad de los gobiernos, con el BCE observando desde la barrera. El dinero entrará y saldrá de la deuda griega y española según por dónde sople el viento, probablemente hasta que el BCE considere que los Estados ya han hecho suficiente. Pero si todo marcha según lo previsto, para entonces los especuladores habrán encontrado otro filón.

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domingo, febrero 07, 2010

Tormenta casi perfecta

No deja de tener su aire de justicia poética que tenga que ser la especulación financiera de altos vuelos el chivato que saque las vergüenzas de la España del ladrillo, la de la esa otra especulación. La de "doy la señal de tres pisos y los vendo antes de un año", la del alcalde corrupto que entra ovacionado en el cuartelillo, la de despedir a los currantes el viernes y contratarles el lunes para ahorrarse dos días de Seguridad Social, la del banco que crece a tasas superiores del 25% dando créditos para que alguien compre suelo rústico en un secarral.

"Aquí se está jugando". El repentino descubrimiento de que en el Rick's Café se juega es algo que los mercados financieros viven diariamente. Si la realidad es tozuda, la bolsa lo es más, puede ignorar un problema durante años y, de un día para otro, entrar en modo pánico. El dinero ha empezado esta semana a darse cuenta de que nuestra Españaza está jodida. Se ha zurrado de lo lindo a los mercados financieros patrios, cosa que, teniendo en cuenta que hay cuatro millones de parados y subiendo, nos debería importar relativamente. Pero ya saben lo sentidos que somos cuando los periódicos que escriben en inglés hablan de nosotros. Nos asusta, y pensamos, ora que España se rompe (one more time), ora que se trata de una conspiración perjeñada en la pérfida Albión, nido de especuladores.

Como dicen en mi pueblo, caga más un buey que cien golondrinos. Y este jueves se pusieron a defecar los bueyes como sólo ellos saben hacerlo. ¿Por qué el jueves? Hay siempre un factor aleatorio, irracional, en el comportamiento de los mercados, y a veces está acompañado de uno racional. La cuestión de fondo es que España tiene algunos problemillas derivados de la burbuja inmobiliaria; el problema inmediato por el que los citados bueyes aflojaron sus esfínteres es la perspectiva de deuda pública en un país de la zona euro cuyas perspectivas económicas son muy complicadas. No, España no es Grecia. Grecia sufre un déficit público estructural; el Estado gasta más de lo que gana incluso cuando la cosa va bien. E incluso más, dada la falsificacion sistemática de estadísticas desde antes de que el país entrase en el euro. En todo caso, cuando Grecia ha empezado a ir mal, tienen un déficit estructural difícil de atajar y una deuda ya sobredimensionada.

En España es distinto; hemos pasado de superávit a un brutal déficit en cosa de dos años, lo que prueba la solidez de nuestro modelo económico. El Estado ha disparado el gasto en cobertura de paro alrededor del 20% hasta unos 30.000 millones (3% del PIB) al año. La recaudación por IVA se ha desplomado un 30% hasta noviembre. En dos años, 20.000 millones menos sólo por el IVA, que nota la caída del consumo, la mayor economía sumergida en tiempos de crisis y ese 7% de cada operación inmobiliaria que se llevaba el Estado. Esta diferencia entre gastos e ingresos no es fácil que se corrija fácilmente por ninguna de las dos vías. Un recorte demasiado radical del gasto público puede ser un remedio peor que la enfermedad. Digamos que si se trata de contener la deuda, pero el PIB baja más que la deuda nominal, la deuda sobre PIB puede crecer. Al contrario, si hubiese perspectivas de crear empleo en dos o tres años la cosa sería hasta llevadera. Pero, ay, tenemos un par de problemas, derivados ellos de nuestra burbuja. El endeudamiento familiar es muy elevado, ya saben, la hipoteca. El consumo está hundido por este endeudamiento y por el miedo a quedarse sin curro antes de que acabe el año. La competitividad exterior; bueno, ahí hay opiniones. Hay gente que dice que es un desastre y gente que dice que no estamos tan mal. Supongo que, a nivel agregado, el dinero fácil del ladrillo o los tipos de interés negativos durante un lustro no han sido un gran incentivo para la productividad. En cualquier caso, se antoja complicado que el sector exterior pueda tirar por sí mismo de la economía. Y el sector público... Ah, sí, el sector público es que gastaba ya mucho más de lo que ingresaba. Vamos, que estamos como el Madrid sin Raúl, falta alguien que tire del carro y, dado que las cuentas públicas son tan estables como las hormonas de un adolescente, se antoja complicado cómo poner coto al déficit.

En el plazo más corto hay otra cuestión. La parte bestia de la crisis fue el año pasado, que es cuando el Estado empezó a tener necesidades serias de dinero. Como los tipos estaban al 1%, aprovechó para colocar deuda a corto plazo, pues el coste financiero era casi cero. Ahora la deuda colocada a 12 meses empieza a vencer, y dado que la bolsa ha mejorado, el mercado ya no se pega como hace un año por comprar deuda segura. Y, superado el miedo al crac del sistema, se fija en otras cosas. Como la situación de España. De este modo la refinanciación de la deuda es más costosa, y toca refinanciar mucho, unos 80.000 millones de leuros a corto plazo este año. No es que no se puedan colocar, es que la gente pide más pasta (más tipo de interés). Otro problema para la saca.

Luego está el tema del euro. El euro es 'culpable' de la burbuja inmobiliaria en la medida en que abarató los tipos de interés, que eran muuuy inferiores a la inflación. Y ahora el euro impide una devaluación de nuestra peseta, que fue lo que hicimos en 1993 y 1995 cuando tuvimos una crisis parecida. Igualmente, el euro ha permitido un déficit exterior del 10% del PIB, porque aunque gastásemos más de lo que ganábamos, al no existir un riesgo divisa, el dinero necesario para cubrir el balance entraba sin problemas, recalentando aún más el sistema financiero. Personalmente creo que sin euro la burbuja habría sido parecida y la crisis brutal, tipo Islandia, y que el euro sigue siendo, con sus problemas, una excelente idea. Pero en la tormenta perfecta de la semana que viene tiene mucho que ver el euro. Casi tanto como la especulación o los flancos abiertos de nuestra recia Españaza. Pero como no les quiero aburrir, y me gustaría colgar la entrada antes de que estemos en la siguiente burbuja, lo dejo para otro día.

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lunes, febrero 01, 2010

Droga y política

Hace algunas semanas, o meses, leí en Guerra Eterna una historia sobre el despido de un asesor científico del Gobierno británico en temas de drogas por cuestionar, desde el punto de vista científico, las decisiones políticas del gabinete. En concreto, David Nutt cuestionó la decisión del Gobierno de elevar la peligrosidad del cannabis en la lista de drogas. En su momento me bajé el informe, y me lo he echado un ojo, y merece la pena el ratito. Por ejemplo, cita un estudio sobre el sesgo mediático en las muertes por drogas y medicamentos. De las 2.255 personas muertas por este motivo en Escocia en los años 90, 546 salieron en los periódicos. Y, por ejemplo, se informó 13 y 10 veces, respectivamente, de muertes por uso de anfetaminas y de diazepam, pero los muertos reales fueron 481 (diazepam) frente a 36 (anfetas). Es decir, que la percepción de las víctimas de ambos compuestos es similar cuando uno provoca 13 veces más muertos. Lo que no quiere decir, obviamente, que el medicamento mate más que la droga, porque no sabemos cuántos escoceses toman cada uno y en qué condiciones de salud están.

También recoge una encuesta gubernamental sobre el cambio de categoría del cannabis de droga blanda a semi-dura (de categoría C a B). Es la decisión que provocó todo el lío. La encuesta se realiza entre servicios médicos, policía, autoridades locales, asociaciones legales, etc, y entre éstos son más los que abogaban por la legalización que por el endurecimiento de categoría. En la encuesta en el público en general el endurecimiento de categoría recibía un apoyo del 60% pero, preguntadas las mismas personas sobre qué penas deberían aplicarse a los poseedores de cannabis (7, 5, 2 años o ninguna pena), dos terceras partes respondieron que dos años o menos, es decir, la pena aplicada a las drogas de categoría C o menos.

Y, aunque el autor reconoce que el cannabis es una droga dañina, cuyos efectos sobre los jóvenes pueden ser preocupantes y que las autoridades deben tratar de reducir su consumo entre la población (vamos, lo que viene siendo una droga), cita el bucle lógico cuando se confunde lo legal con lo dañino:

MP: ‘You can’t compare harms from a legal activity with an illegal one.’
Professor Nutt: ‘Why not?’
MP: ‘Because one’s illegal.’
Professor Nutt: ‘Why is it illegal?’
MP: ‘Because it’s harmful.’
Professor Nutt: ‘Don’t we need to compare harms to determine if it should be illegal?’
MP: ‘You can’t compare harms from a legal activity with an illegal one.’
Y así sucesivamente...

Les dejo con el Yonqui de Pitis, no sin antes recordar que, como explicaba Íñigo, la discusión de Nutt no es sobre la droga, sino sobre si el alarmismo respecto a sus efectos es útil en términos de salud pública o resulta contraproducente .

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