urban art

Pero la razón de esta entrada no está en el mensaje porque, al fin y al cabo, un país como éste da para mucho. Es el medio lo que me llama la atención. La etiqueta, de esas que se vendían pegadas en una sábana de plastiquillo beige. La versión 80’s de las que nos manda Hacienda o de las que vienen en las cartas del banco. Por la posición de la etiqueta descarto que escribiese sobre ella una vez pegada en el pasamanos. Se la trajo puesta. Ahora, no sé si se compró una sábana con centenares de etiquetas y se dedicó a escribir con rotulador y tozuda reiteración “Expaña paraíso de pederastas” antes de sembrar la ciudad de su verdad en un recorrido que, en algún momento, pasó por las escaleras de salida del metro Gran Vía. O posiblemente, para no dar el cante, tiene en su casa la sábana con el eslogan y antes de salir recorta cuidadosamente con unas tijeritas una o varias etiquetas para distribuirlas sin ser visto. O quizá su cruzada no es sólo contra el paraíso del pederasta, quizá su afán redentor explora otros caminos, y tiene en casa etiquetas sobre el botellón o el Estatut. Una maravillosa fusión de tertulia y arte urbano, muy apropiada para Madrid al fin y al cabo.
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