Hoy, queridos niños, toca familiarizarse con las costumbres de la boda pija. La boda pija, como su nombre indica, suele ser un enlace superbonito. Es su principal característica. Aburrido, también, pretencioso, como él solo, lamentable, mucho. Básicamente, es la respuesta de las gente con pasta al hecho de que hasta los seguratas y las cajeras de supermercado se curren bodorrios con 150-200 personas. La consecuencia es, obviamente, que el absurdo inherente al evento, esa exaltación de la estupidez que son las bodas, se agudiza hasta límites insoportables para el ser humano.
-Lo primero, el atuendo de los tíos. Si en las bodas cañís la gente son macarrillas disfrazados de pijos, aquí son pijos que van de macarrillas. Patillas largas y ricitos definidos por la gomina; mirada de suficiencia.
-Anoréxicas rubias cuya melena más maquillaje más laca pesa tanto como el resto del cuerpo.
-Concurso extraoficial de niños y de embarazadas.
-Concurso, ya en la sección oficial, de trajes de piba y de peinados.
-La novia llega mogollón de tarde. La aparición está estudiada de antemano en todos sus detalles, es muy peliculera y adaptada al espacio, es decir, si hay escalinata, si hay un paseo largo bajo los olmos...
-Mucho silencio, antes, durante y después de la misa. Las risitas o cuchicheos son amonestadas con severas caídas de ojos.
-Todos los amigos dentro de la Iglesia, durante toda la ceremonia. Los amigos del novio, los de las patillas, son superguays de la muerte. A veces van todos de frac.
-La marcha nupcial se toca con un órgano del siglo tres que reparó el tatarabuelo de la novia, o la canta a capella el primo del novio, o cualquier cursilería artesanal y ‘muy bonita’.
-Dicen que viene gente de sitios raros ('es que su familia es azerí por parte de padre y australiana por parte de madre...'), pero tú lo dudas porque te parecen todos clónicos.
-Comulga más de 40% del público.
-La misa dura una hora y media.
-A la salida se arrojan pétalos de rosa a los novios. El arroz está fatal visto. Es vulgar.
-Megacoche para recoger a los novios. También es ‘algo especial’ como lo de la música. Ejemplo, el coche con el que el novio jugaba cuando era pequeño. Pero es un megacoche, que nadie se engañe, y se distingue del de los invitados.
-La bromas son cursis hasta la náusea.
-El traslado de la iglesia al convite dura, más o menos, como una etapa del Tour.
-Ni un ‘vivan los novios’ ni, por supuesto, ‘que se besen’.
-El convite es al aire libre, en un jardín con carpas y 200 camareros que sirven 15 aperitivos de degustación, deconstrucción y desalimentación. En la cena, dos platos minimalistas, supuestamente exquisitos, sobre superficies de porcelana (en mi pueblo eso no son platos) de 15 metros cuadrados. Tanto la carta como la comida son ininteligibles, en proporción a lo pijo de la boda.
-Fundamental la competición sobre vinos. Las mesas se convierten en un campo de batalla entre los de las patillas y los amigos de los padres. Es obligatorio haber comprado en una pequeña bodega la hostia de cajas de vino megabueno para decir con condescendencia “si quieres la próxima vez te traigo”.
-Opcional conversación sobre golf o pádel en plan “pues mira que a mí nunca me había llamado la atención, y me parecía un poco pijo, pero oye”. (Sí, hijo, sigue siendo de pijos, sobre todo si es tu tema de conversación con 31 años).
-Vals para abrir el baile. Puede ser tocado con piano. Los de las patillas y las embarazadas se suman al baile poco después del arranque a cargo de los novios.
-Tras el vals, canción de U2 y grititos de las anoréxicas.
-Acabada la cena la competición cambia de tercio. Ahora es sobre güiski. Tanto unos (patillas) como otros (padres) tratan de demostrar que, en realidad, pertenecen al lado salvaje. Pero, claro, no se les mueve un pelo.
-Recena, que los camareros, hasta los cojones ya de servir platos y de aguantar rollos tipo ‘el cabernet sauvignon debe servirse más frío’, reparten entre los borrachos fruslerías. Si son pijos de los de antes será jamón. Si son modernillos, date por jodido, serán cremas como las que comen los astronautas con albahaca por encima.
-Los regalos para invitados: purazos para ellos y cualquier objeto de artesanía hecha a mano para ellas. Lo más es un abanico.
-En algunos casos, en salones especializados, los novios aparecen detrás de un telón, aunque esto linda ya con la boda cañí. Ya saben ustedes, ay, que la vida no es blanco y negro, y que hay infinitas tonalidades de gris,
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