Y cierra españa! (2.0)
(continuación de 'y cierra españa' 1.0)
Así cualquiera, dirán, amigos lectores, el CMCEDNEGT mantiene agentes infiltrados en los dos equipos (algún inocente aún pesará que el juego de de Puyol, Xabi Alonso y Xavi en los partidos iniciales en fue otra cosa que una cortina de humo), amén del árbitro y demás instancias competentes, ¿qué puede hacer ante eso el humilde Pierre? Pues no subestimen la capacidad de obrar de un español que defiende su patria. Además de generar el primer gol y descubrir los agujeros negros del Mundial, el agente Nodoyuna no encontró mejor forma de vivir el partido que hacerlo lo más cerca posible de Dios. Como quiera que por obligaciones de su trabajo se encontraba más bien lejos del Valle de los Caídos y sin una triste camisa azul que llevarse al pecho, optó por tomar un vuelo París Madrid esperando aprovechar algún agujero de gusano del espacio tiempo que le permitiese reconducir el partido o, al menos, participar en la batalla de las Navas de Tolosa y robar el pendón al moro.
Regresar, por otra parte, y coger el RER (Cercanías gabacho) para ver la maravillosa diversidad parisina (blancos culturetas dentro, oscuros fuera) y recorrer los bellos barrios donde los jóvenes aficionados a la pirotecnia desarrollan sus instalaciones-performance sobre una base de coches prometía pocas emociones. Además, aun suponiendo que llegase al París-París, ¿quién quiere ir ver gente con gafas llevando una baguette en bici cuando se está a dos horas de avión de Españaza?
Por eso, poco antes del inicio del partido se encontraba el que esto escribe peleándose con una encargada, gabacha (por tanto, sucia) y medio calva del mostrador de facturación. “Eso lo tendrá que facturar, se pasa 100 gramos del límite”, apuntaba la chunga, a lo que el tío de al lado, así por lo bajines y en plan cómplice, contestó, “es que saben que van a perder y están jodidos”. Bien, pensé, esta batalla se libra en las mentes y los corazones de los españoles, y estamos ganando. El partido empezaba a la hora que salía el avión. Ya saben que habitualmente cuando una azafata se acerca a menos de cinco metros de un mostrador de embarque pasajeros de todo pelaje acuden atraídos por un poder de convocatoria casi místico, y forman una cola que ríase usted de una charcutería moscovita en tiempos de Leonidas Breznev. Pues no. El martes de autos los cabrones de los pasajeros habían encontrado una tele y yo no.
Así que, ya metidos en harina, cuando se oyó algún barullo irreconocible desde el finger, mi acompañante (anónima) le preguntó al fingero “¿have you scored?”, algo que en un instituto de EE UU significaría, por cierto, “¿has follado?, o, mejor dicho “¿has metido?”. El simpático gabacho contestó con una sonrisa de oreja a oreja y una repregunta “¿yes?”. “No, no, I am asking”. El que escribe aprovechó el caos del momento para darse una carrera, ya debajo de la escalerilla del avión, hacia un lugar desde el que un grupo de individuos de piel oscura, auriculares y chaleco fosforito miraba una televisión a través de una ventana y, no, iban a cero. El fingero me echó la bulla, sin demasiada convicción, y entré en el avión.
La peña seguía sin entrar, a pesar de las desesperadas llamadas de la azafata, Montse, de Barcelona (lo que tiene ir con Vueling, el colegueo este de amigos y residentes en Cáceres). Luego la gente fue entrando. Una pareja de chicos de atrás discutía con acento gallego:
-“Si, vale, ya te escuché antes”
-“Es que lo que no es normal es que esté yo en un control policial con las cosas y tú salgas corriendo”
-“Fue una azafata iba corriendo y fui detrás porque pensé que había sido gol. Y cuando volví tú te habías ido a comprar un zumo”
-“No, no me fui a comprar un zumo. Me fui a buscarte”, apostilló el zaherido, antes de que el otro empezase a sacar trapos sucios.
Luego estaban los graciosos. “Dos a cero van ya”. “¿Para España o para Francia?”. “Gol de Villa de penalti”, algo que a la postre resultó cierto. Un chaval con la camiseta de España de USA 94 (la que manchó Luis Enrique) sufría lo suyo y miraba desesperado a los graciosos porque, claro, sin teléfonos ni radios ni Palantir ni nada no había forma de saber qué pasaba. Una vez que el avión se estabilizó el cachondo del piloto nos informó de las temperaturas, de la altitud, de la dirección del viento, de la formación de cúmulos tormentosos en la sierra centro de España y, como quien no quiere la cosa, dijo “el resultado es el conocido, favorable a nosotros, España gana uno cero”. El avión estalló en aplausos henchidos de fervor patrio y el Luis Enrique empezó a botar en el asiento con una sonrisa sospechosamente similar a la del fingero gabacho. Gato encerrado, gato encerrado, pensó Pierre.
Luego nos empataron. Eso nos lo dijo el piloto después del gol de los franceses, del primer gol, quiero decir. Dos pibes aplaudieron, y alguien comentó algo así como “qué valor”, como si alguien les fuese a poner a hostias ahí en pleno avión. A lo que íbamos, que después de ese gol, apagón informativo. Del bueno. Y trastornos entre la concurrencia porque, claro, el piloto seguía hablando, pero de otra cosa. Que si turbulencias, que si el cinturón de marras, pero cada vez que se oía el zumbido de apertura del canal de megafonía, pues miraditas, sonrisas de nervios en los chicos y de condescendencia en las tías, en plan “¿te doy un cacahuete, criatura? En todo caso, seguía el apagón, seguía alguno que otro molestando a las azafatas y los gallegos sacando más mierda de su disco duro de agravios.
Pasadas varias edades se volvió a abrir el canal de comunicación. Lamentablemente el piloto no tenía a mano el vídeo de Arias Navarro “Españoles. Franco ha muerto”, porque habría sido de lo más apropiado. Aun así en sus palabras no había tanta tristeza como sentimiento de culpa. Él lo sabía, y yo me di cuenta al instante. Como todo hijo de vecino sabe, informar o celebrar un gol antes de tiempo gafa el resultado, y eso hizo el piloto. Y lo sabía. Y el destino divino, ése que guía a Españaza desde que los iberos se abrían la cabeza con picardía y gracejo, me había puesto en ese A320 donde se dirmía el futuro de la Tierra Media. Pero, dado que Cristo Rey me colocó ahí de miranda, entendí mi misión. No era ganar el partido, mas abriros los ojos a todos, queridos compatriotas, y esa misión ante Dios y ante la Historia estoy cumpliendo. El enemigo está en cada esquina, en cada chiringuito de playa, en cada partida de subastado, en cada taxi. No volverá a suceder, pararemos los pies a los pilotos de Vueling y los chicos que palmaron en Alemania volverán, con el placet de Joserra de la Morena, a poner Españaza en el lugar que la corresponder. Dentro de dos años.
PD. No puedo dejar de reescribir el sms de polako el día de autos: La misma mierda de siempre, un partido nefasto de una selección de garrulos sobrevalorados con pinta de concursantes de operación triunfo.
Así cualquiera, dirán, amigos lectores, el CMCEDNEGT mantiene agentes infiltrados en los dos equipos (algún inocente aún pesará que el juego de de Puyol, Xabi Alonso y Xavi en los partidos iniciales en fue otra cosa que una cortina de humo), amén del árbitro y demás instancias competentes, ¿qué puede hacer ante eso el humilde Pierre? Pues no subestimen la capacidad de obrar de un español que defiende su patria. Además de generar el primer gol y descubrir los agujeros negros del Mundial, el agente Nodoyuna no encontró mejor forma de vivir el partido que hacerlo lo más cerca posible de Dios. Como quiera que por obligaciones de su trabajo se encontraba más bien lejos del Valle de los Caídos y sin una triste camisa azul que llevarse al pecho, optó por tomar un vuelo París Madrid esperando aprovechar algún agujero de gusano del espacio tiempo que le permitiese reconducir el partido o, al menos, participar en la batalla de las Navas de Tolosa y robar el pendón al moro.
Regresar, por otra parte, y coger el RER (Cercanías gabacho) para ver la maravillosa diversidad parisina (blancos culturetas dentro, oscuros fuera) y recorrer los bellos barrios donde los jóvenes aficionados a la pirotecnia desarrollan sus instalaciones-performance sobre una base de coches prometía pocas emociones. Además, aun suponiendo que llegase al París-París, ¿quién quiere ir ver gente con gafas llevando una baguette en bici cuando se está a dos horas de avión de Españaza?
Por eso, poco antes del inicio del partido se encontraba el que esto escribe peleándose con una encargada, gabacha (por tanto, sucia) y medio calva del mostrador de facturación. “Eso lo tendrá que facturar, se pasa 100 gramos del límite”, apuntaba la chunga, a lo que el tío de al lado, así por lo bajines y en plan cómplice, contestó, “es que saben que van a perder y están jodidos”. Bien, pensé, esta batalla se libra en las mentes y los corazones de los españoles, y estamos ganando. El partido empezaba a la hora que salía el avión. Ya saben que habitualmente cuando una azafata se acerca a menos de cinco metros de un mostrador de embarque pasajeros de todo pelaje acuden atraídos por un poder de convocatoria casi místico, y forman una cola que ríase usted de una charcutería moscovita en tiempos de Leonidas Breznev. Pues no. El martes de autos los cabrones de los pasajeros habían encontrado una tele y yo no.
Así que, ya metidos en harina, cuando se oyó algún barullo irreconocible desde el finger, mi acompañante (anónima) le preguntó al fingero “¿have you scored?”, algo que en un instituto de EE UU significaría, por cierto, “¿has follado?, o, mejor dicho “¿has metido?”. El simpático gabacho contestó con una sonrisa de oreja a oreja y una repregunta “¿yes?”. “No, no, I am asking”. El que escribe aprovechó el caos del momento para darse una carrera, ya debajo de la escalerilla del avión, hacia un lugar desde el que un grupo de individuos de piel oscura, auriculares y chaleco fosforito miraba una televisión a través de una ventana y, no, iban a cero. El fingero me echó la bulla, sin demasiada convicción, y entré en el avión.
La peña seguía sin entrar, a pesar de las desesperadas llamadas de la azafata, Montse, de Barcelona (lo que tiene ir con Vueling, el colegueo este de amigos y residentes en Cáceres). Luego la gente fue entrando. Una pareja de chicos de atrás discutía con acento gallego:
-“Si, vale, ya te escuché antes”
-“Es que lo que no es normal es que esté yo en un control policial con las cosas y tú salgas corriendo”
-“Fue una azafata iba corriendo y fui detrás porque pensé que había sido gol. Y cuando volví tú te habías ido a comprar un zumo”
-“No, no me fui a comprar un zumo. Me fui a buscarte”, apostilló el zaherido, antes de que el otro empezase a sacar trapos sucios.
Luego estaban los graciosos. “Dos a cero van ya”. “¿Para España o para Francia?”. “Gol de Villa de penalti”, algo que a la postre resultó cierto. Un chaval con la camiseta de España de USA 94 (la que manchó Luis Enrique) sufría lo suyo y miraba desesperado a los graciosos porque, claro, sin teléfonos ni radios ni Palantir ni nada no había forma de saber qué pasaba. Una vez que el avión se estabilizó el cachondo del piloto nos informó de las temperaturas, de la altitud, de la dirección del viento, de la formación de cúmulos tormentosos en la sierra centro de España y, como quien no quiere la cosa, dijo “el resultado es el conocido, favorable a nosotros, España gana uno cero”. El avión estalló en aplausos henchidos de fervor patrio y el Luis Enrique empezó a botar en el asiento con una sonrisa sospechosamente similar a la del fingero gabacho. Gato encerrado, gato encerrado, pensó Pierre.
Luego nos empataron. Eso nos lo dijo el piloto después del gol de los franceses, del primer gol, quiero decir. Dos pibes aplaudieron, y alguien comentó algo así como “qué valor”, como si alguien les fuese a poner a hostias ahí en pleno avión. A lo que íbamos, que después de ese gol, apagón informativo. Del bueno. Y trastornos entre la concurrencia porque, claro, el piloto seguía hablando, pero de otra cosa. Que si turbulencias, que si el cinturón de marras, pero cada vez que se oía el zumbido de apertura del canal de megafonía, pues miraditas, sonrisas de nervios en los chicos y de condescendencia en las tías, en plan “¿te doy un cacahuete, criatura? En todo caso, seguía el apagón, seguía alguno que otro molestando a las azafatas y los gallegos sacando más mierda de su disco duro de agravios.
Pasadas varias edades se volvió a abrir el canal de comunicación. Lamentablemente el piloto no tenía a mano el vídeo de Arias Navarro “Españoles. Franco ha muerto”, porque habría sido de lo más apropiado. Aun así en sus palabras no había tanta tristeza como sentimiento de culpa. Él lo sabía, y yo me di cuenta al instante. Como todo hijo de vecino sabe, informar o celebrar un gol antes de tiempo gafa el resultado, y eso hizo el piloto. Y lo sabía. Y el destino divino, ése que guía a Españaza desde que los iberos se abrían la cabeza con picardía y gracejo, me había puesto en ese A320 donde se dirmía el futuro de la Tierra Media. Pero, dado que Cristo Rey me colocó ahí de miranda, entendí mi misión. No era ganar el partido, mas abriros los ojos a todos, queridos compatriotas, y esa misión ante Dios y ante la Historia estoy cumpliendo. El enemigo está en cada esquina, en cada chiringuito de playa, en cada partida de subastado, en cada taxi. No volverá a suceder, pararemos los pies a los pilotos de Vueling y los chicos que palmaron en Alemania volverán, con el placet de Joserra de la Morena, a poner Españaza en el lugar que la corresponder. Dentro de dos años.
PD. No puedo dejar de reescribir el sms de polako el día de autos: La misma mierda de siempre, un partido nefasto de una selección de garrulos sobrevalorados con pinta de concursantes de operación triunfo.
Etiquetas: esférico, ideas peregrinas
4 Comments:
El de Luis Enrique lo viví yo en un tren Milán-Venecia... y llegué justo para ver el codazo, en un puesto de fruta a los pies de la estación de Santa Lucia.
No puedo sino solidarizarme, y ayudar a revolver estas capas de mierda que nos quedan mundial tras mundial.
El amigo Antonio posteaba no hace mucho un libro en un lugar... nos apuntamos ahora a ese partido final de la selección en un medio de transporte.
Totalmente de acuerdo. La prensa española nos hace creer lo que no es sobre nuestra selección. En mi web enlazo el sentimiento que me dejó el partido contra los gabachos.
Si no te hubieras ido tan rápido para buscar una tele...te habrías enterado de que efectivamente el fingero había follado. Si es que se le veía en la cara!!! o qué creías que le estaba preguntando???
ANONIMA
PD.Creo que los únicos que somos completamente conscientes de lo que es la selección española somos polako y servidora.
Como vamos a tener selección española, si medio mundo viene a jugar a nuestra liga y cierran el paso a buenos jugadores emergentes del futbol base español. Clubs más españoles, y menos extranjeros y por fin tendremos una selección ganadora. Hasta entonces no pasaremos nunca de cuartos o de octavos y gracias. Ese es el nivel de nuestra selección.
POr cierto Luis Aragones, si apuestas por juventud, selección renovada, etc... NO ME PONGAS A UN JUGADOR DE CAPA CAIDA COMO ES RAUL Y DE TITULAR!!!
Lo siento no me he podido resistir al comentario.
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