La
Voyager fue una sonda espacial que enviaron en los años 70 para darse una vuelta por el sistema solar. Así, a lo bruto. A los ventipico años de viaje pasó por el último planeta de su ruta y, más chula nadie, siguió para adelante. Lo típico; ya que estamos en Plutón, tira un poco más. Ahora bien, los que la mandaron eran gente lista o, al menos, precavida. Por si dentro de seis o siete millones de años la sonda de marras abre la cabeza a algún marciano que tome
su sol (o
sus soles), a los de la NASA se les ocurrió incluir un breve resumen de la Humanidad en la sonda, en plan "he sido yo, qué pasa". La idea de la comunicación interestelar es chula, pero la puesta en práctica fue un poco comeflores, porque se lo tomaron en serio. Un comité dirigido por
Carl Sagan (ese señor que dice que nunca dijo “miles de millones de años” pero al que todos recordamos diciendo, precisamente, esa frase) decidió incluir en la sonda un disco de oro (no como el de Bisbal, un poco más currado) donde figurasen sonidos e imágenes. Eligieron música étnica (esto es, jotas aragonesas, tambores africanos y música cítar), además de saludos en acadio y otros 50 idiomas (muy útil), sonidos de ballenas, bosques y pájaros y alguna cosa más. Paz y porros, vamos. Yo habría mandado algo más acorde con la verdadera esencia de la Humanidad, no sé, una botella de tinto, un rosario, un vídeo con fútbol (Alemania Holanda del Mundial del 74), una concha-cenicero “recuerdo de Tomelloso”, un garrote y, ya que era la época, un disco de Boney M. Igual por eso no soy científico.
¿Y por qué narices cuento esto? ¿Ya quiero echar a las visitas? Bueno, pues porque me siento un poco en el pellejo de Sagan. “Piensa en qué decir a algo o alguien cuyas percepciones sensoriales desconozcas y que, en el estadísticamente casi imposible caso de que vea el mensaje, lo hará cuando el sol haya engullido la tierra”. No tiene mucho sentido, ¿verdad? Esto tampoco. Al fin y al cabo, a los que estáis leyendo os conozco, ya aguantáis mis manías de forma habitual y resignada. Y si no os conozco no sé para qué demonios os cuento mis manías (mucho menos para qué las queréis saber). Será por eso que he tardado cuatro años en lanzar el blog. Bueno, lo voy a dejar que a este paso me arrepiento. Gracias,
Marta, por el diseño. A los del colectivo
chispun les diría que no se mosqueen, que si se trata de recuperarlo después de seis años lo hacemos echando hostias (así somos los de Burgos, qué coño) y a los que preferían www.alazanja.com, pues que paciencia. Y ya saben, señoras y caballeros, que mi casa es su casa.
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