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Y allá van de nuevo...

martes, enero 31, 2006

Fotos

Yo pensaba que no se podían colgar fotos en blogger. Creo que, de hecho, no se podía, y esa fue la razón por la que no saqué el blog antes, pues quería hacerlo con otro sistema y la cosa se complicó demasiado. Cuando lo puse en marcha vi que se podían añadir fotos, de forma sencilla además, pero no le di más importancia. Pero ahora lo que más me gusta de la entrada anterior es la foto. Me jode actualizar porque ya no se ve nada más empezar, así que estoy por quitar al Pierre ese y poner a PJ Harvey. Es la foto más chula que la he visto nunca. Lleva el mismo vestido que cuando tocó en el Primavera.

Una amable lectora me dijo dos cosas: que le encantaba la foto que ilustra la entrada de Sebald y que si tengo un blog debería comprarme una cámara digital. No hice mucho caso a lo segundo pero creo que estoy cambiando de opinión. Mi relación rara con las fotos viene de largo... No me gusta salir, (timidez, normal dentro de un orden) pero tampoco que se hagan demasiadas. En el papel, nada más revelarlas, tampoco me maravillan. Sin embargo, con el paso de los años, cuando son fotos viejas, me gustan más. No sé por qué.

¿Alguien conoce cámaras digitales a buen precio?

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domingo, enero 29, 2006

Efecto 2000


El otro día, por algunos problemas técnicos, estaba reinstalando el Starcraft. Más que un videojuego, yo lo llamaría una filosofía de vida, y supongo que un día de estos caerá una entrada sobre las ventajas estratégicas de jugar con terran. El caso es que me fijé en las propiedades de los archivos de instalación y vi su fecha de creación. 1998. Antes había cogido el coche (clásico trayecto Madrid-Burgos), y llevaba de música el 4-Track Demos, de PJ Harvey, que es de 1993, y el Psycho Candy de Jesus and Mary Chain, de 1985. Por la noche me tomé algo en La Pécora, y si hubiese estado en Madrid habría acabado en Moloko. Aún llevo algunas camisas de cuadros que me ponía cuando me instalé el Starcraft por primera vez.

Las fotos de las reuniones de colegas también son las mismas desde hace 10 años: X con delantal enseñando una cazuela con una cantidad absurda de comida mientras Y sonríe al lado y sujeta la espumadera en plan "fíjate cómo colaboro"; Z pensando qué carta echar a la mesa (con hule y copas a medias) apoyado por dos asesores tan concentrados como él; R haciéndose otro peta; Mr Grieves poniendo caras raras a la cámara, alguien tirado en la cama con mal aspecto, el promotor de chispun protagonizando alguna animalada o Jordi pululando en plan Bob Dylan... Hasta quien hace las fotos es casi siempre la misma, Isa (gracias). Varía el entorno (de la acampada libre a 5 bajo cero pasamos a la casa rural), algunas parejas (más bien pocas) y el aspecto físico. Como decía Iñigo, en el curro hacemos como que somos mayores y fuera como que somos pequeños... En 2006 y con 30 palos, yo no he superado el efecto 2000.

No me entiendan mal, vivo perfectamente a gusto en los años 90. De hecho, creo que la década que empezó en 2000 está siendo tan lamentable desde muchos puntos de vista que ni siquiera tiene un nombre para pasar a la historia o para que algún listillo se forre tratando de revivirla. Tal y como ocurre, por ejemplo, con la dichosa movida madrileña; un revival único en el sentido de que la gente que reivindica esa época son los mismos que dicen que la vivieron. Yo creo que es mentira, porque si tú eres parte de una etapa de supuesta efervescencia cultural no eres plenamente consciente de ello hasta que pasan los años. Y entonces lo último que se te ocurre es tratar de resucitar algo cuyo tiempo, sabes mejor que nadie, ya pasó. A menos, claro, que andes pelado de pasta.

Me he ido un poco de varas; no era mi intención meterme con la movida hoy. Por cierto, qué dos discazos.

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viernes, enero 27, 2006

Maaal

Una cosa os voy a decir, chavales, para despedirme. A los fans de la hora chanante: Me he enterao que os gusta el programa, pero solís decir "Cómo me gusta la hora chanante. Me junto con mis amigos y me fumo unos porros y nos partimos el ojete". Maaal. Verlo sin fumar canutos.

Alejaros de las drogas, son asuntos sucios. Os lo digo yo, Mr. T

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martes, enero 24, 2006

Juanito

Juanito Muehlegg. El de los mocos helados. Se acuerdan, ¿no? Un deportista alemán que dejó de competir con su país de origen para sumarse a la legendaria tradición del esquí de fondo español. Nuestra Patria, simpática, generosa y hospitalaria, acogió con los brazos abiertos a este joven que, no contento con revelarse un apasionado de la paella y la sangría, practicaba el mismo deporte que el por entonces líder cósmico y faro de Occidente José María Aznar. Y, no, Johan (entonces era Johan) no lo hacía porque no supiese esquiar de otro modo, sino por vocación. Con estas credenciales, no extraña que proverbial gracejo español, más concretamente el proverbial gracejo de la prensa deportiva española le llamase Juanito. Juanito Muehlegg.

La épica del esquí de fondo pasó entonces a formar parte del pan de cada día de millones de españoles, admirados ante la fortaleza de este chico, una suerte de cristiano renacido en versión hispánica. Ganó dos medallas de oro en unos mundiales de esquí disputados allá donde Cristo perdió las pistolas. El éxtasis. El mundo temblaba ante la apisonadora ibérica, jaleada por la siempre objetiva claque mediática. Bueno, en realidad, el mundo sólo tembló dos días, hasta que los jueces trincaron en un control al bueno de Juanito en un control antidoping. Volvió a ser Johan, el alemán que competía bajo la mancillada bandera de España, y los mismos que le fotografiaban comiendo bocadillos de jamón con el dedo pulgar levantado se rasgaron las vestiduras. Los responsables deportivos que le permitieron disponer de un equipo de entrenamiento y médico propio e incomunicado con el de la Federación mostraron su sorpresa y decepción.

Los palos tampoco duraron mucho. Al fin y al cabo, el esquí de fondo nos la pela siempre y cuando no ganemos. Juanito pasó dos años de sanción y quiere volver a competir bajo nuestra insigne bandera. Igual hasta cuela. Este puto mundo está lleno de Juanitos y, lo que es peor, de encumbradores-mamporreros. De hecho, apenas hay otra cosa.

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El coleccionista

W. G. Sebald. Si alguien no lo conoce, nació en Baviera en la Segunda Guerra Mundial, pero se afincó en Inglaterra, donde pasó gran parte de su carrera como profesor de Literatura. Como escritor apenas pasó 11 años. Sebald escribe muy en alemán. A mí, cuando me leo más de 50 páginas seguidas, me entran unas ganas terribles de invadir Polonia. Como cuando te tomas dos cervezas de trigo o ves un partido del Bayern. Sí, es un chiste espantoso, pero no puedo evitarlo. A lo que íbamos, que escribe con la consistencia y densidad de ese pan que tienen en Alemania y cuyo nombre no recuerdo. Por eso la primera vez que mi padre me puso a leer Los Anillos de Saturno me rajé; supongo que todas las cosas tienen su momento apropiado.

No pretendo ser un entendido en literatura, ni siquiera un aficionado medianamente serio de modo que, por favor, tengan piedad en los comentarios. Los libros de Sebald no son novelas en un sentido estricto. En alguna contraportada se le llama “coleccionista de recuerdos”. Uno se pregunta de dónde salen, en qué archivos los ha buscado o qué trozos de memoria ha reconstruido. El paso del tiempo, el bagaje (tanto el de las vidas de cada uno como la memoria colectiva); esa mella, mezcla de desasosiego y claridad, que los años y las experiencias dejan en nosotros, los huecos del pasado que no podemos o queremos recordar... Eso es Sebald. Posiblemente responda a una necesidad de encontrarse en el mundo, de huir de la retórica a partir de los hechos, de su obsesión por los hechos. No lo sé, esto ya es especular; también es en cierto modo retórica estúpida. Otros lo hacen mejor que yo y aún dudo de que lo que dicen sirva para algo. Mejor que lo lean ustedes y vean qué les consigue evocar Sebald.

Sobre la ciudad de Jerusalén:

También más tarde, fuera de la iglesia del Santo Sepulcro, persiste la angustia y la desazón. Ya podíamos andar en cualquier dirección, los caminos siempre llevaban al borde de uno de los numerosos barrancos que atraviesan la ciudad y descienden en grave pendiente hacia los valles. Los barrancos están hoy en gran parte repletos de los escombros de todo un milenio, y por doquier confluyen en ellos, a cielo abiero, las cloacas.

WG Sebald murió en 2001. No se suicidó ni padeció una larga enfermedad. Fue un accidente de coche. No necesitaba la épica para encontrar la dignidad.

Algún día retomaremos a Sebald por aquí. Con Luftkrieg und Literatur, traducido como Sobre la Historia Natural de la Destrucción

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lunes, enero 23, 2006

La metaentrada

Como dice un colega, el heavy es el único género musical cuyas letras tratan, en un alto porcentaje, sobre el propio hecho de ser heavy y lo que mola ser heavy, con títulos de canciones del tipo "Cuerdas de acero". Es, dice, una especie de metagénero. Las meta-cosas me han fascinado desde pequeño, sobre todo por esa bolsa que hay en todas las casas y que sirve para meter otras bolsas dentro; la metabolsa. También me gustaban las fotos en las que se ven fotos y tal, pero lo que realmente me flipa es la metabolsa... Seguramente volvamos al tema algún día. Hoy Pierre Nodoyuna quiere homenajear al género heavy con esta metaentrada, es decir, una entrada sobre el propio Pierre Nodoyuna y sobre los autos locos, dos aportaciones sin las cuales no se podría comprender la cultura del siglo XX y, posiblemente, tampoco la de las generaciones venideras. Por cierto, hay mucho friki por ahí...

¿Por qué nodoyuna? ...Algunos tenemos una enfermiza y melancólica atracción por los perdedores natos. Supongo es tan sencillo como eso.

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viernes, enero 20, 2006

Madrid no merece esto


Crítica destructiva del mundo periodístico (i)
La crónica taurina


El titular es aplicable cualquier crónica taurina aparecida a lo largo de la temporada. Admite variantes como "Insulto al respetable", "Carnicería lamentable" o "Mejor quedarse en casa". En realidad, en el periodismo taurino la única variación significativa de una crónica a otra es la localidad de firma, que suele ser aquella en la que se ha puesto en práctica la corrida, si bien no necesariamente el lugar donde la crónica ha sido escrita.

¿Por qué es el periodismo taurino el género periodístico más lamentable? Coja usted, amable lector, una crónica taurina. Antes de dos líneas se habrá dado cuenta de que la corrida, el hecho narrado, es lo menos importante en la escala de prioridades del cronista. El clásico qué, cómo, cuándo, dónde, no importa. El orden es (1) demostrar que el periodista es un entendido en toros como no conoce Españñña desde Alfonso XII (2) hacer ver que la corrida no ha estado a la altura de las circunstancias sin que sea necesario, obviamente, explicar por qué, (3) Dejar suficientemente claro que si a alguien le ha gustado la corrida o, simplemente, tiene dudas de por qué razón ha sido una ofensa al gusto taurino, sólo puede ser un despojo, un ignorante cuya presencia mancilla el coso y, como en Amanece que no es poco, estropea el libro por leerlo mal (4) Saciar el afán egocéntrico del periodista, tratando de incluir el máximo de referencias a éste sin utilizar la primera personas (5) Saciar las ansias literarias del cronista, utilizando una prosa más recargada que un trajes de luces (6) conseguir que los puntos anteriores se cumplan en su máxima expresión para ser considerado un cronista “importante” (7) Poder ponerse hasta arriba de vinos, copas y callos en ulteriores celebraciones sin que sea preciso, obviamente, ver los toros.

Antes de que el amable lector salte indignado, conviene matizar que es un género lamentable en su plano periodístico. En el literario hay gustos como colores. A mí no me gusta. Me parece pretencionso, barroco, recargado, artificial y elitista. Pero esa no es la cuestión. Es un género periodístico que no sólo desprecia los hechos, sino que, lo que es más escandaloso, hace gala de ello. Cuando murió el excelente escritor Joaquín Vidal, cronista de toros de El País, se decía “escribía tan bien que no hablaba de toros”. ¡Hete ahí! El periodismo taurino supuestamente bueno (pese a no ser ni periodismo ni taurino) no trata de toros, y el periodismo taurino a secas intenta no hablar de toros. Trata por todos los medios de hacer piezas literarias cuya calidad, según la bizarra vara de medir de este gremio, varía de forma inversamente proporcional a su relación con los hechos. Con lo cual caemos en la paradoja, muy hispánica por cierto, de que el género preferido por buena parte de la profesión no es un género periodístico, sino un pretencioso púlpito para escritores con distintos grados de satisfacción-frustración. Lo cual explica en cierta medida por qué la profesión periodística está tan encantada de haberse conocido. Porque los hechos se la bufan. Y entonces, claro está, todos somos los mejores.

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jueves, enero 19, 2006

Elena Anaya

No había sitio en el restaurante donde suele comer con quien, creo, es su compañera de piso. Lo normal es que vaya los viernes, pero hoy jueves entraron a buscar mesa con un tercer amigo. Se fueron al restaurante de al lado, donde se come un poco peor pero el ambiente es parecido, un poco familiar aunque la clientela somos currantes. Mientras nos preparaban la mesa yo estaba de pie, sin darme cuenta de que no le dejaba subir las escaleras del baño. Luego me he apartado y ha dicho "gracias". Tiene una voz bonita, y habla sonriendo. Hoy estaba especialmente guapa.

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miércoles, enero 18, 2006

La novia chunga


Hoy me enrollo menos. Sólo una pregunta para la concurrencia ¿Quién es la novia más chunga de la historia del rock? Yo dudaba entre Yoko Ono y Nancy (la de Sid Vicious), pero Mr Grieves me sugirió añadir a Courtney Love. Yo me inclino por Nancy; es una maldad más pacata y cazurra. O, en plan pijo, digamos nihilista y autodestructiva. Desinteresada, en una palabra. Yoko Ono sería la segunda. Es chunga de narices, pero me parece la típica intelectualilla del tres al cuarto que engaña a un tío al que no llega a la suela del zapato pero que es un poco ingenuo (antes de que me proteste el sector femenino, sí, el caso inverso se da con mayor frecuencia). Y la de Kurt Cobain me parece una maruja del Medio Oeste que, por mucho que se empeñe, no puede escapar a su destino...

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sábado, enero 14, 2006

Lady Halcón o la sublimación del sufrimiento

A mi, de pequeño, me flipó Lady Halcón. Más allá de Michelle Pfeiffer, quiero decir. Me gustó la película. No la había vuelto a ver hasta el otro día. Gracias a eso entendí muchas cosas y, de paso, concluí que ciertos guionistas deberían haber sido enviados al Tribunal de la Haya por crímenes contra la Humanidad. Me explico. Para el que no la haya visto, la película (podría decir "la cinta" y ya sería crítico de cine) es un pastel romántico ambientado en la Edad Media. Rutger Hauer (el capitán cachas) y Michelle Pfeiffer (la niña bien que está como un queso) son dos enamorados pero les han echado una especie de mal de ojo. El obispo estaba enamorado de la Pfeiffer y cuando se enteró de que ésta se estaba follando al Hauer-Pepito Piscinas decidió hacer un pacto con el diablo. Un pacto que iría un poco más allá de la natural coincidencia de intereses en cualquier relación diablo-obispo. El tío de retorcido tenía un rato, y decidió que Rutger Hauer sería por la noche un lobo y Michelle Pfeiffer, de día, un halcón, y que sólo podrían verse durante unos segundos al anochecer y al amanecer. Es lo que pasa cuando topas con la iglesia, amigo Sancho.

Bien, pues eso no es el final de la película. Es el principio. Y no es de terror; antes al contrario, está considerada una gran película romántica. Dos horas y pico de exaltación del amor más verdadero de todos, del más puro, bello y generoso. Porque, obviamente, el lobo no se lo monta con las lobas ni la chica-halcón con los halcones, ni Rutger Hauer con las campesinas ni la Pfeiffer con un monje yogurín interpretado por Mathew Broderick. Por favor, eso sería tan convencional y tan poco romántico... Lo bonito es estar hasta el fin de los tiempos pasándolas putas y aliviando los picores de cualquier manera; aguantar diariamente 11 horas, 59 minutos y 55 segundos antes de ver a tu amor eterno durante 10 segundos. 10 segundos que son el verdadero drama; la música alcanza un clímax épico-sensible (aunque es de Alan Parsons y los sintetizadores quedan un poco raros en tabernas y castillos de la Francia Medieval, en fin, cosas de los 80) , unos tenues rayos de sol iluminan las manos entrelazadas de la parejita... Es la puesta en escena de la verdadera maldición: verse lo suficiente para saber que nunca podrán tenerse. Luego el rollo es más prosaico. Se convierte el animal en persona y viceversa y siguen juntitos perseguidos por los malos, recibiendo yoyas por doquier, pasando hambre y frío. Pero ahí siguen todos, el cachas con el pájaro y la rubia con el perro, en plan Félix Rodríguez de la Fuente, con Broderick de carabina innecesaria.

Esta es la educación que nos dieron. Con estos mimbres vamos al instituto y observamos cómo se desarrollan nuestras compañeras o compañeros de clase. Con estos recuerdos en la memoria tenemos nuestras primeras relaciones más o menos serias. Y yo me pregunto, ¿Por qué? ¿Qué clase de mente enfermiza es capaz de educar a los niños para el sufrimiento? El no verse, no hablar, no follar, la autodestrucción y el echarle la culpa a un tercero es a lo que deberíamos aspirar todos si queremos el amor verdadero. El disfrute es para mentes débiles y corazones mediocres, pues debemos aspirar a la infelicidad. Porque el supuesto final feliz es casi lo peor de todo. Consiste en que rompen el maleficio, pero para eso tienen que esperar un eclipse total de sol. Un eclipse total. ¿Algún astrónomo en la sala? ¿Cada cuánto se producen? ¿Ven, señoras y caballeros, alguna diferencia entre esta película y la exaltación del sufrimiento que impregna algunas de las grandes religiones del mundo y que se justifica en aras de un paraíso que llegará el día del fin de los tiempos? Yo no.

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viernes, enero 13, 2006

Frikismo; la primera, en la frente

La Voyager fue una sonda espacial que enviaron en los años 70 para darse una vuelta por el sistema solar. Así, a lo bruto. A los ventipico años de viaje pasó por el último planeta de su ruta y, más chula nadie, siguió para adelante. Lo típico; ya que estamos en Plutón, tira un poco más. Ahora bien, los que la mandaron eran gente lista o, al menos, precavida. Por si dentro de seis o siete millones de años la sonda de marras abre la cabeza a algún marciano que tome su sol (o sus soles), a los de la NASA se les ocurrió incluir un breve resumen de la Humanidad en la sonda, en plan "he sido yo, qué pasa". La idea de la comunicación interestelar es chula, pero la puesta en práctica fue un poco comeflores, porque se lo tomaron en serio. Un comité dirigido por Carl Sagan (ese señor que dice que nunca dijo “miles de millones de años” pero al que todos recordamos diciendo, precisamente, esa frase) decidió incluir en la sonda un disco de oro (no como el de Bisbal, un poco más currado) donde figurasen sonidos e imágenes. Eligieron música étnica (esto es, jotas aragonesas, tambores africanos y música cítar), además de saludos en acadio y otros 50 idiomas (muy útil), sonidos de ballenas, bosques y pájaros y alguna cosa más. Paz y porros, vamos. Yo habría mandado algo más acorde con la verdadera esencia de la Humanidad, no sé, una botella de tinto, un rosario, un vídeo con fútbol (Alemania Holanda del Mundial del 74), una concha-cenicero “recuerdo de Tomelloso”, un garrote y, ya que era la época, un disco de Boney M. Igual por eso no soy científico.

¿Y por qué narices cuento esto? ¿Ya quiero echar a las visitas? Bueno, pues porque me siento un poco en el pellejo de Sagan. “Piensa en qué decir a algo o alguien cuyas percepciones sensoriales desconozcas y que, en el estadísticamente casi imposible caso de que vea el mensaje, lo hará cuando el sol haya engullido la tierra”. No tiene mucho sentido, ¿verdad? Esto tampoco. Al fin y al cabo, a los que estáis leyendo os conozco, ya aguantáis mis manías de forma habitual y resignada. Y si no os conozco no sé para qué demonios os cuento mis manías (mucho menos para qué las queréis saber). Será por eso que he tardado cuatro años en lanzar el blog. Bueno, lo voy a dejar que a este paso me arrepiento. Gracias, Marta, por el diseño. A los del colectivo chispun les diría que no se mosqueen, que si se trata de recuperarlo después de seis años lo hacemos echando hostias (así somos los de Burgos, qué coño) y a los que preferían www.alazanja.com, pues que paciencia. Y ya saben, señoras y caballeros, que mi casa es su casa.

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sábado, enero 07, 2006

Esta vez va en serio

Estamos en enero de 2006. Es la cuarta vez que me planteo hacer un blog, y si estáis viendo esto es que ha ido en serio. En 2003, 2004 y 2005 me he propuesto hacer un blog y no lo he hecho, lo que se ha traducido en, por un lado, un kafkiano follón de nombres de usuario y contraseñas en páginas de registro de dominios o sitios de publicación y, por otro, en un lamentable archivo de entradas escritas “para cuando tenga el blog” almacenadas en el disco duro. Como todo hijo de vecino sabe, las hemerotecas son malas, y las cosas escritas que un día parecían hasta ocurrentes se vuelven, por algún extraño fenómeno, sonrojantes. Entre la pereza, la crisis de identidad y el bajón de autoestima que producen los artículos que envejecen mal se conjuraron para privar al mundo de nodoyuna. Pero hasta aquí hemos llegado. Señoras y caballeros, que lo disfruten. Pueden entretenerse preguntándose si lo que está escrito es de ayer, de hace seis meses o de 2003…

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