Juanito
Juanito Muehlegg. El de los mocos helados. Se acuerdan, ¿no? Un deportista alemán que dejó de competir con su país de origen para sumarse a la legendaria tradición del esquí de fondo español. Nuestra Patria, simpática, generosa y hospitalaria, acogió con los brazos abiertos a este joven que, no contento con revelarse un apasionado de la paella y la sangría, practicaba el mismo deporte que el por entonces líder cósmico y faro de Occidente José María Aznar. Y, no, Johan (entonces era Johan) no lo hacía porque no supiese esquiar de otro modo, sino por vocación. Con estas credenciales, no extraña que proverbial gracejo español, más concretamente el proverbial gracejo de la prensa deportiva española le llamase Juanito. Juanito Muehlegg.
La épica del esquí de fondo pasó entonces a formar parte del pan de cada día de millones de españoles, admirados ante la fortaleza de este chico, una suerte de cristiano renacido en versión hispánica. Ganó dos medallas de oro en unos mundiales de esquí disputados allá donde Cristo perdió las pistolas. El éxtasis. El mundo temblaba ante la apisonadora ibérica, jaleada por la siempre objetiva claque mediática. Bueno, en realidad, el mundo sólo tembló dos días, hasta que los jueces trincaron en un control al bueno de Juanito en un control antidoping. Volvió a ser Johan, el alemán que competía bajo la mancillada bandera de España, y los mismos que le fotografiaban comiendo bocadillos de jamón con el dedo pulgar levantado se rasgaron las vestiduras. Los responsables deportivos que le permitieron disponer de un equipo de entrenamiento y médico propio e incomunicado con el de la Federación mostraron su sorpresa y decepción.
Los palos tampoco duraron mucho. Al fin y al cabo, el esquí de fondo nos la pela siempre y cuando no ganemos. Juanito pasó dos años de sanción y quiere volver a competir bajo nuestra insigne bandera. Igual hasta cuela. Este puto mundo está lleno de Juanitos y, lo que es peor, de encumbradores-mamporreros. De hecho, apenas hay otra cosa.
La épica del esquí de fondo pasó entonces a formar parte del pan de cada día de millones de españoles, admirados ante la fortaleza de este chico, una suerte de cristiano renacido en versión hispánica. Ganó dos medallas de oro en unos mundiales de esquí disputados allá donde Cristo perdió las pistolas. El éxtasis. El mundo temblaba ante la apisonadora ibérica, jaleada por la siempre objetiva claque mediática. Bueno, en realidad, el mundo sólo tembló dos días, hasta que los jueces trincaron en un control al bueno de Juanito en un control antidoping. Volvió a ser Johan, el alemán que competía bajo la mancillada bandera de España, y los mismos que le fotografiaban comiendo bocadillos de jamón con el dedo pulgar levantado se rasgaron las vestiduras. Los responsables deportivos que le permitieron disponer de un equipo de entrenamiento y médico propio e incomunicado con el de la Federación mostraron su sorpresa y decepción.
Los palos tampoco duraron mucho. Al fin y al cabo, el esquí de fondo nos la pela siempre y cuando no ganemos. Juanito pasó dos años de sanción y quiere volver a competir bajo nuestra insigne bandera. Igual hasta cuela. Este puto mundo está lleno de Juanitos y, lo que es peor, de encumbradores-mamporreros. De hecho, apenas hay otra cosa.
Etiquetas: grandes primates
9 Comments:
De Sebald a Juanito Muehlegg ¿lo has hecho intencionadamente?
Me encanta, Pierre, eres un cachondo
Huy no me acordaba yo del juanito este...pero si de sus mocos!!! y como te sonaras aquello? que daño, no? seguro que te haces la depilacion de todos los pelillos cuando tiras de ellos...que daño madre!! :-)
Pues muy fácil: pones un vaso debajo de tu cara, esperas a que se derritan, y hala, ya los puedes reutilizar para lo que quieras.
Lo malo es que una vez congelados pierden gran parte de sus vitaminas y proteínas.
Qué cochino soy, pardiez.
mr grives, si muhelegg fuera el nombre de un grupo de música, seguro que serías de las casi 20 personas que hubieera comprado su disco ;-)
dónde está la gracia de asumir como patrios los triunfos de gente nacionalizada (casi) exclusivamente por motivos económicos?
los atletas nigerianos de qatar son un ejemplo, pero en españa tenemos unos cuantos campeones postizos que, particularmente me dejan frío (incluyendo una tiradora cubana llamada taymy chapé, campeona de esgrima). Esto de las patrias y las banderas (incluso las mancilladas) me da un poco igual pero alguien debería pensar qué sacamos nosotros de todo esto (o mejor, quién es el que saca algo de todo esto y qué es lo que saca).
Lo único que se me ocurre es que al final nos encanta ver a guiris diciendo "me encanto el paella" "espanioles todo bueno" y cosas de esas.
Hola!
Una pequeña corrección: Juanito "ganó" esas dos medallas en los JJ.OO de invierno de Salt Lake City en 2002.
Saludos!
Te preguntas si colará. Bueno, en principio no debería de tener o dejar de tener que colar. Creo que esto va por marcas, si se presenta a competiciones nacionales y consigue la marca para competir en competiciones internacionales, dado que ha cumplido su sanción, no deberían ponérsele peros. Eso mismo ha ocurrido con otros deportistas, ya ha pagado su castigo. Otra cosa es que quiera apoyo by the face. Y que esta vez se ande más listo. Lo que desconozco en absoluto es si en hay camponatos de España de esta modalidad, aunque supongo que sí.
Lo que desconozco en absoluto
"lo que desconozco totalmente", cosas del arrepentimiento y borrado.
lucas, tienes toda la razón.
Nos encanta oir (y oirnos) que "España de puta Madre", "la fiesta aquí, como en ningún sitio", "qué buenos los bocatas de calamares", y cosas por el estilo. De hecho, la pregunta más recurrente al guiri de turno que acaba de llegar y que es colega de un colega tuyo es: "Qué tal, te gusta España?", dando por asumido que no cabe un no por respuesta.
De hecho, nos miramos tanto al ombligo, que cuando hablamos con un guiri partimos de la base de que es tonto (por el simple hecho de no hablar castellano, calaro está).
Y Luego, cuando nos damos cuenta de que es un tio más listo de lo que pensábamos, y una vez superada nuestra estupefacción, no encargamos de desacreditarle con un comentario estereotipado y prjuicioso sobre su presunto carácter ("si ya te decía yo que los ingleses son todos unos borrachos").
El segundo paso, y tras escuchar de boca del guiri el más mínimo comentario crítico sobre España o lo español, es mandarle de nuevo a su país "anda y vuélvete a... que en España no queremos desgraciaos como tú"
Recuerdo como los que atacaron a Juanito tras conocerse el positivo por doping le echaron en cara, no ya del hecho de de haber hecho tramps, si no de que su entorno era muy opaco, muy cerrado, todo alemanes -incluso rajaron de su sicóloga llamándole vidente y bruja-. Otros subrayaron que odiaba la comida española, "cómo, ¿que no le gustan los callos ni los caracoles?. Si ya habíamos avisado que era un bicho raro, qué se puede esperar de un tio que así".
En el fondo, yo también creo que a quién no le gusten los caracoles es un bicho raro, sean guiris o de la meseta, que de meseta en este mundo sólo hay una, la nuestra
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