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Y allá van de nuevo...

sábado, marzo 31, 2007

SC

Por razones que ya imaginarán, tenía pendiente una entrada sobre Starcraft casi desde que empecé el blog. Esta que va a continuación la empecé, creo, en abril del año pasado, y el tirón del Doctor Malcolm me ha empujado a soltarla al fin. Pierre es un discreto admirador de los placeres de la vida como pisar nieve virgen, el primer trago de cerveza, los días de fiesta o las partidas de Starcraft.

¿Qué se puede decir de un videojuego que es de 1998 pero al que, ocho años depués, están jugando en línea, a todas horas del día, miles de personas? Pues, obviamente, que tanta gente no puede estar equivocada durante tanto tiempo. Si, además, vemos que hay centenares de webs sobre estrategia (actualizadas diariamente) con artículos como "el starcratf y la filosofía oriental", secciones como "táctica de la semana", o si en youtube hay decenas de vídeos de partidas de jugadores profesionales mezcladas (de forma más bien tosca) con música tecno, pensamos que hay que ver cómo está el patio. Si nos dicen que las estrellas de la Liga Coreana de Starcraft superan los 300.000 dólares en ingresos y que la foto de aquí al lado es de la final de 2005... Bueno, entonces no sabemos qué pensar.

Como decían en LPD sobre el PC Fútbol, "Toda generación que se precie ha de tener una serie de mitos fundacionales que vertebren sus intereses y afinidades sentimentales, más allá de frívolas razones de tipo ideológico o social [...] La mayor parte de estos mitos, particularmente el de la lucha contra el franquismo, son eso, mitos, invenciones que no corresponden a la realidad, pero que de alguna manera fomentan la cohesión grupal (especialmente en aquellos a los que la lucha contra el franquismo les garantizó un puesto de funcionario sin dar nunca un palo al agua). Sin embargo, muy de cuando en cuando el mito y la realidad se funden en un cariñoso abrazo, y hay realizaciones culturales, hechos históricos, a los que todos nos sentimos afines: PC Fútbol es uno de ellos".

Sí, para los de mi quinta el mito primigenio fue ese, el PC Fútbol. No es que sea el juego al que más me/nos hemos viciado. Pero la primera vez, ya se sabe, no se olvida... Hay un antes y un después. Starcraft nos pilló un poco mayores, salió el año que yo acabé la carrera, durante la cual conocí en profundidad el Warcraft y el Warcraft II, entre otros muchos. Una pena, porque el pintoresco mercado laboral de Españaza me quitó, seguro, miles de horas de entrenamiento. Pero como no hay mal que por bien no venga mis ojos maduros me permitieron ver el bosque tras los árboles y descubrir en el Starcraft una filosofía. Cada acción es una metáfora, un haiku. Matar a nuestros obreros ociosos para que no consuman recursos, utilizar edificios voladores como atalaya de observación, sembrar de minas antipersona las salidas de los asentamientos, descubrir el gran valor de los ataques nucleares no ya como forma de destrucción, sino como estrategia de diversión del enemigo...

Como decía, PC Fútbol fue la primera gran aventura. Hubo otros antes que él, claro, y muchos más después, pero su poso nunca se olvida. Aún mantengo que los videojuegos de ahora no son como los de antes. Mejor dicho, los videojuegos superventas de ahora no son como los de antes, salvo honrosas excepciones. Gráficos, gráficos y más gráficos. Videoclips de introducción que para sí querrían los realizadores de videoclips de la tele. Diseños gráficos espectaculares. Miles de opciones absurdas en el desarrollo del juego. Hay de todo menos lo que tiene que haber en un juego, sea piedra-papel-tijera o de una Xbox 360. Pique, diversión, adicción y pique. PC Fútbol, Doom, Starcraft, Descent, Command and Conquer, Civilization, Diablo (al que le guste), Panzer General 2... y antes Wolf3D, Sim City, The Ancient Art of War o la grandiosa Abadía del Crimen. Yo soy de los juegos de antes.

Dicho esto, iba a empezar mi disquisición "por qué es mejor jugar con terran", pero creo que ya han soportado bastante. Ah, por supuesto, si algún friki se anima, yo y otros pringadetes, organizamos partidillas nocturnas. No mucho nivel, de forma que quien quiera puede probar la pastillita azul. Ahora, si luego la novia les deja no se me quejen. Pues eso, buen rollo, estilo de juego vivo y, obviamente, puteo vía email al día siguiente con largas crónicas como la que enlazo al principio y perlas como "La energía del poder, es independiente de la del escudo".

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viernes, marzo 23, 2007

Nieve

Ha nevado en Burgos y se han quedado no sé cuántos niños sin escuela y un porrón de camioneros atrapados en moteles de carretera. Echo mucho de menos la nieve. La nieve hace una fiesta de un día chusco de invierno. Hasta los 17 años viví en una buhardilla, y los días de nevada notaba un silencio especial sin salir de la cama. No se oía nada de la calle –la nieve es un gran aislante- y por las finas rendijas de la claraboya cerrada entraba una luz especial. Quizá la sensación de descubrir una nevada sea mejor si es inesperada del todo, pero yo nunca la viví. Al poco de despertar sentía que había caído una buena. Entonces me acerco a la claraboya y la abro con cuidado, porque para entonces ya estoy seguro de que ha caído, pero no sé cuándo.

Cuando abres una claraboya con una capa de nieve encima cuesta un poco más hacerlo, porque notas el peso tienes que romper la capa de nieve. Todavía tengo en la cabeza ese crujido. La nieve se mete dentro de la habitación, y cuando la capa de nieve es gruesa tardas en ver el cielo, aunque entra la luz filtrada por la nieve. Después bajar en zapatillas al jardín a ver la nevada, pero después ir corriendo a por las botas de agua, guardadas desde la última nevada, para poder pisar la nieve. Y si, además, la nevada era tal que no se podía ir al colegio, el día era ya redondo.

Luego, después de estar en la nieve y rebozarte, de tirar bolas y hacer muñecos, llegabas empapado a casa, con los pies y las manos helados, y sin poderlos poner cerca del radiador porque, me decían, te salían sabañones, aunque nunca he visto un sabañón ni conozco a nadie que haya visto uno. Y los guantes eran una mierda. O de lana, que abrigaban pero empapaban enseguida, o sintéticos que duraban, aproximadamente, media hora antes de agujerearse por las puntas de los dedos. Ahora me toca ver las nevadas por la tele, aunque he podido disfrutar de alguna que ha caído en Navidad. La de hace tres años, por ejemplo. Pero la mayoría de las veces me tengo que conformar con las fotos que me mandan mis padres o que me manda Isabel, como estas que comparto con ustedes.








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martes, marzo 20, 2007

cosillas

Ante la sequía de sentido común en esa ruin paramera llamada “debate público” de Españaza, tiremos de sentido del humor. Copiopego del blog de Nachete un par de enlaces. El primero, sobre los agujeros negros de la estrella de la muerte. ¿Por qué unos hippies acompañados de un perro con brazos y un androide de hojalata destruyeron la mayor arma de la Galaxia? ¿Por qué antes se les permitió escapar con burdos disfraces? ¿Qué papel juega el misterioso traficante Han Solo? ¿Y Jabba el Hut? ¿No ha sido la ETA? Queremos de saber.

El segundo es una genial respuesta de El Teleoperador a un concienciado cuidadano que ha descubierto las trampas de nuestros manifestómetros, y que denuncia indignado la cósmica manipulación. El individuo es secretario de la Dirección Provincial de Educación de Zamora. Con cariño, pues, para los castellanoleoneses que con resignación cristina y recio espíritu mesetario soportamos los rigores del invierno y a tipos tan aburridos y obtusos como éste.

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viernes, marzo 16, 2007

Propuesta de canon

Suponiendo que cada español se ducha una vez al día (mucho suponer en algunos casos), que somos 44 millones de españoles y que la ducha dura cinco minutos, y asumiendo que dos tercios de la población canta en la ducha, tenemos casi 150 millones de minutos musicales (unos 50 millones de canciones) que no reportan ingresos a los autores de Campanera, el himno del Barça o The Rivers of Babylon, canciones que son reproducidas a través de la ducha-teléfono con una absoluta e insultante impunidad.

Me dirán que el objetivo fundamental de una ducha-teléfono no es la reproducción de música pero, ¿quién garantiza a los autores que los ciudadanos no aprovechan esta laguna legal para vulnerar sus derechos? Un reciente estudio encargado a la consultora Stockton & Riggerss demuestra que por cada 250 canciones que se cantan en la ducha se deja de comprar un disco orgininal. Así, cada día se dejarían de comprar 200.000 discos por culpa de las duchas-teléfono. Este mismo estudio refleja que cada ducha-teléfono evita la compra de dos discos por año por cada persona que la utilice (de media, son dos personas). Suponiendo una vida útil de tres años, cada aparato supone una carga de 2x2x3, 12 discos compactos, que a un precio medio de 18 euros son 216 euros.

El sector de las duchas-teléfono ha fomentado la piratería y podemos decir que empresas como Roca o Gala han actuado en connivencia con los piratas a la hora de aprovechar para su disfrute personal propiedad intelectual de otros. Porque sobra recordar que, al igual que ocurre con las descargas ilegales, la ausencia de ánimo de lucro en el hecho de cantar en la ducha no implica que no se esté disfrutando de forma fraudulenta del trabajo de otros. En todo caso, y en aras del posibilismo, no será exigible al sector de la ducha teléfono el lucro cesante causado a la industria cultural durante los últimos años. El canon que aquí planteamos ascendería sólo al 25% del daño que cada ducha teléfono causa a la cultura, esto es, 54 euros que se aplicarían a cada ducha-teléfono estándar. Dicha cantidad debería ser duplicada en el caso de las duchas con hidromasaje, puesto que dichos aparatos incentivan una mayor estancia bajo el agua y, en consecuencia, un mayor daño a los artistas. De ahí que nuestra propuesta sea, para incentivar el uso de sistemas menos gravosos, un canon de 50 euros para las duchas-teléfono y de 150 para las cabinas de hidromasaje.

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lunes, marzo 12, 2007

Natuzzi

Aquí asumimos que la población nacida al calor del destape se divide entre los que hemos salido con diferentes niveles de frikismo en sangre y los que se dedican al tuning. Dejando aparte, obviamente, a los pijos, que no tienen los problemas que les contare después.

Entiendan, por favor, esta división en un sentido amplio y no se dejen cegar por los árboles. Pongamos por caso que no logran catalogar a una persona. El presidente del Sindicato de Estudiantes. Pues este es un caso claro de tuning. O el de uno que camina con raquetas por el monte. Esto es frikismo. La diferencia entre tuning y frikismo reside en la aspiración de cada cual a partir de sus habilidades sociales o de reproducción. El friki no liga y en consecuencia se dedica a programar calculadoras, mientras el tuning busca la superación a partir de tener más etapas de potencia que el de al lado. Y donde digan etapas de potencia digan entradas de conciertos de Fangoria. Y donde pone calculadora plantéense la condición de los que se saben alineaciones de la liga alemana. Y así sucesivamente.

Pues creo que me he equivocado, hay más que frikis y tuning. Les contaré una historia. San Chinarro, 2006. Una joven pareja acaba de comprar un apartamento en una paramera sin transporte público a millón y pico el metro cuadrado. Es una buena zona, hecho que se refleja en que no hay panaderías ni bares ni sitios para comprar el periódico. Sólo hay bancos. Ahí se nota donde hay nivel, señores. Pues bien, la pareja protagonista de nuestra historia acaba de escriturar el nidito de amor. Claro está que un piso de San Chinarro no se amuebla con cualquier cosilla, y claro está que el granito rosa, pulido como el de las pirámides de Egipto, hay que instalarlo en el momento de la compra. Se establece un sistema de prioridades y, tras la cocina y la cama, llega el momento del sofá. El momento Natuzzi. Con la casa medio vacía, toca adquirir un elemento diferencial a la par que puntal de la nueva vida en SanChinarro. Para reforzar la estética minimalista y destacar la belleza de la obra italiana, el resto de la casa se mantuvo con la gres de castellón y el estuco de altas calidades del día de la escritura. Y, bueno, también por cuestión de pasta, porque nuestra pareja Natuzzi no se va de viaje los puentes. Tampoco hay muchas opciones de gastar dinero, sin panaderías ni bares ni papelerías. Bancos, sí, que hay que pagar la hipoteca en algún sitio.

No se dejen engañar por las apariencias. Ni todos los que viven en San Chinarro son Natuzzi ni todos los que creen alejarse de este estereotipo están alejados de él. Ya hablamos aquí de una variante de los Natuzzi; los Vitalínea. Ya saben, esa gente con la que ustedes creen tener tener una cierta afinidad pero con los que es imposible mantener una conversación divertida.

Pero los Natuzzi sólo son víctimas. La lucha contra el franquismo marcó la generación de nuestros padres, independientemente del grado de implicación (nulo en el caso de los que tienen secretaria) y la dualidad entre la heroína y Mario Conde marcó a sus hermanos pequeños. La nuestra está mediatizada por tener, teóricamente, todo el trabajo hecho (en política, dinero y cultura, que suele ser lo mismo) por la generación anterior. Únase a ello el tema de la vivienda y el de las expectativas laborales frustradas y tienen ahí a una cohorte de gente sin nada que inventar pero con problemas para vivir lo que han inventado para ello.

En esas estamos. Quizá los Natuzzi sean los más honestos. Responden lo mejor que pueden al reto que les ha sido impuesto. La superación es el sofá de Natuzzi. Para otros es ser el más guay de la clase y para los otros ganar una carrera entre microprocesadores. Así que, aunque yo tenga debilidad por estos últimos, siempre me puedo quedar tranquilo y echar la culpa a la sociedad (o sea, a nuestros padres) de que la joven pareja no salga de vacaciones por culpa de un sofá.

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