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Y allá van de nuevo...

viernes, marzo 23, 2007

Nieve

Ha nevado en Burgos y se han quedado no sé cuántos niños sin escuela y un porrón de camioneros atrapados en moteles de carretera. Echo mucho de menos la nieve. La nieve hace una fiesta de un día chusco de invierno. Hasta los 17 años viví en una buhardilla, y los días de nevada notaba un silencio especial sin salir de la cama. No se oía nada de la calle –la nieve es un gran aislante- y por las finas rendijas de la claraboya cerrada entraba una luz especial. Quizá la sensación de descubrir una nevada sea mejor si es inesperada del todo, pero yo nunca la viví. Al poco de despertar sentía que había caído una buena. Entonces me acerco a la claraboya y la abro con cuidado, porque para entonces ya estoy seguro de que ha caído, pero no sé cuándo.

Cuando abres una claraboya con una capa de nieve encima cuesta un poco más hacerlo, porque notas el peso tienes que romper la capa de nieve. Todavía tengo en la cabeza ese crujido. La nieve se mete dentro de la habitación, y cuando la capa de nieve es gruesa tardas en ver el cielo, aunque entra la luz filtrada por la nieve. Después bajar en zapatillas al jardín a ver la nevada, pero después ir corriendo a por las botas de agua, guardadas desde la última nevada, para poder pisar la nieve. Y si, además, la nevada era tal que no se podía ir al colegio, el día era ya redondo.

Luego, después de estar en la nieve y rebozarte, de tirar bolas y hacer muñecos, llegabas empapado a casa, con los pies y las manos helados, y sin poderlos poner cerca del radiador porque, me decían, te salían sabañones, aunque nunca he visto un sabañón ni conozco a nadie que haya visto uno. Y los guantes eran una mierda. O de lana, que abrigaban pero empapaban enseguida, o sintéticos que duraban, aproximadamente, media hora antes de agujerearse por las puntas de los dedos. Ahora me toca ver las nevadas por la tele, aunque he podido disfrutar de alguna que ha caído en Navidad. La de hace tres años, por ejemplo. Pero la mayoría de las veces me tengo que conformar con las fotos que me mandan mis padres o que me manda Isabel, como estas que comparto con ustedes.








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12 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pues qué suerte! a mí me salían sabañones todos los inviernos y eso que vivía en madrid y no nevaba nunca... nada serio pero picaban...

23 marzo, 2007 14:43  
Anonymous Anónimo said...

XD qué bellas estampas...

23 marzo, 2007 14:57  
Anonymous Anónimo said...

Cuando nieva, se te pone un humor especial. Creo que tiene algo que ver con la luz, la luminosidad y como bien dices, el silencio.
El buen humor se te acaba cuando tienes que ir al trabajo, meterte en el atasco que se forma SIEMPRE y no parar de mirar el reloj contando los minutos que llegas tarde.
Pero aún así, creo que a todos nos gusta la nieve y este año ya la echábamos de menos ...

23 marzo, 2007 18:17  
Anonymous Anónimo said...

He vivido 3 años en Andorra (Principat) y la nieve mola cuando no la tienes que sufrir, recuerdo enseñarles fotos a la gente y siempre el mismo comentario, joder que bonito todo, pero cuando la tienes que sufrir no lo ves de la misma manera...

Todavia recuerdo estar a - 18 grados y quitando nieve del coche para poder hacer uso del vehiculo.

Aun así un día de nieve y calentito en casa no suele tener precio.

25 marzo, 2007 18:43  
Blogger Philadelphia said...

Qué Pierre! Un poco de morriña?

Nunca nieva a gusto de todos, pero yo echaba de menos la nevada del invierno.

A mi no me salían sabañones después de pasarme el día en la nieve, tal y como has descrito, sin embargo, era más propensa a pasar cuatro días con anginas.

26 marzo, 2007 23:04  
Blogger Ion said...

Nada mejor que la primera nevada del año... y nada mejor para apreciar la llegada de la primavera que la dichosa nieve que te ha perseguido durante meses. Quien no se consuela, es porque no quiere...

27 marzo, 2007 18:03  
Blogger Nando Rico said...

¡Qué bueno! Con lo que me gusta a mí la nieve. En mi pueblo suele caer alguna todos los años, pero este año que estoy en Madrid ni lo he visto. Y para postre me he quedado sin viaje a la nieve porque no había. El año que viene será.

¡Grandes fotos! Un saludo.

28 marzo, 2007 13:04  
Anonymous Anónimo said...

yo la nieve no la vi nunca! vivo en un pais tropical, caliente, no nieva. Ver la nieve es para mi un sueño. Solo me consuelo cuando pienso que uds. a una floresta tropical, densa, oscura, humeda y caliente, tampoco la vieron...Y bueno, de manera que se devasta hoy a las florestas, no sé por cuanto tiempo la teremos por aqui...
Un abrazo, desde san pablo, brasil

28 marzo, 2007 17:03  
Anonymous Anónimo said...

¿Aún está nevando?

XD

29 marzo, 2007 11:27  
Blogger Caelio said...

Hola Pierre. Lo que acabas de escribir más parece una melancolia de la infancia.

Cuando nieva aquí en Burgos, mi casa es una fiesta. Mis hijos son los encargados de contagiarte una alegría desmesurada con el fin de recompensarles con unos revolcones en la nieve. Y es que vuelves a ser un niño y participas en su desenfrenada histeria.

Cuando vuelves al trabajo, todo vuelve a la realidad. La nieve ya no es alegría, sino problemas.

saludos Pierre

29 marzo, 2007 20:16  
Anonymous Anónimo said...

Ay, la nieve...

Como buen burgalés ausente que soy (o al menos me considero), puedo afirmar que es una de las cosas que más echo de menos. Y es que una buena nevada te cambia la cara.

Ahora que convivo con andaluces, canarios... una variada representación, en definitiva, de lo que hay "de Despeñaperros para abajo", que diría mi abuelo, y tengo que hacer frente día a día a comentarios como "es que el frío os agría el caracter" o "ahí no se puede vivir", me alegra ver las caras, mezcla de admiración y entusiasmo, que hace apenas un minuto han puesto algunos de mis sureños compañeros de erasmus al ver las fotos de esta última nevada.

En fin, algo bueno tenía que tener estar a varios miles de kilómetros de casa: esta vez no voy a sufrir con las inmensas moles de hielo negro, semiderretido, que siguen a las grandes nevadas y que parecen permanecer ahí como recordándonos el paso del tiempo, lo que tuvimos y perdimos, la calma tras la tempestad.

Disfrutad de la nieve por mí.

Saludos desde Siena, Italia.

30 marzo, 2007 18:29  
Blogger morderalperro said...

jó. la llegada del calor provoca melancolia...yo echo de menos más calor. Calor sevillano, que te mantiene húmeda todo el día. Antes lo odiaba, ahora no podría echalo más de menos. Es sudor que sabe a felicidad, a los mejores años de mi vida. En Madrid no hace calor verdadero, ni hay ambiente de verano, ese que te impulsa a salir de casa unica y exclusivamente para tomar cañas, ya que luego te deja en casa medio borracha y feliz, con el estómago lleno de caracoles picantones... Madrid es un cruce en pleno centro que no vale pa na...y las cañas son mu caras...

01 mayo, 2007 20:42  

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