Sun Tzu
Leo en La Vanguardia que en el coche con explosivos de Ayamonte encontraron una camiseta de la selección española de fútbol y un libro de Sun Tzu, El Arte de la Guerra.
Hace tiempo alguien acuñó la expresión "terrorismo del bienestar", resultado de combinar la Españaza de megapíxels y terapeutas con la apliación práctica del nacionalismo en estado puro. Es decir, dado que soy mejor que el otro y que el otro es la causa de todos mis problemas, la solución es eliminar a lo que yo pienso que es el otro, a pesar de las dificultades de identificar al otro, pues puede ser el compañero de curro de mi hermano, el que está delante en la puta cola del Ikea o el tío que alquila el garaje.
Hace unos años un glorioso soldado eskaldún se fue con el coche de su padre a ver si mataba un par de guardias civiles de tráfico en La Rioja. Creo que disparó con una escopeta de postas a larga distancia y se lo cargaron. Y qué me dicen de aquel Otegi que primero mató a dos Ertzainas porque iba hasta arriba de todo y después se convirtió en héroe sobrevenido del movimiento de liberación. Y yo creía que lo había oído todo hasta ver que los terroristas utilizan los mismos libros que los ejecutivos de multinacionales. No sé dónde se compraría El Arte de la Guerra, o si se lo leía antes de ir a dormir, o si le comentaba las frases a sus compañeros. O si también habría adquirido Quién se ha llevado mi Queso o La Fuerza del Optimismo. O si usaba muy a menudo manuales de autoayuda y el cabecilla del comando utilizaba técnicas de motivación de recursos humanos.
Probablemente encontró en el libro de Sun Tzu alguna clave para mimetizarse con el entorno, y ahí se le ocurrió la brillante idea de matar opresores españoles con una camiseta de la selección española. La verdad es que no tengo ni puta idea de qué demonios pasa por la cabeza de esa gente. Pero después de me acuerdo de Hotel Ruanda, y supongo que ellos también han escuchado que hay que exterminar a las cucarachas.
Hace tiempo alguien acuñó la expresión "terrorismo del bienestar", resultado de combinar la Españaza de megapíxels y terapeutas con la apliación práctica del nacionalismo en estado puro. Es decir, dado que soy mejor que el otro y que el otro es la causa de todos mis problemas, la solución es eliminar a lo que yo pienso que es el otro, a pesar de las dificultades de identificar al otro, pues puede ser el compañero de curro de mi hermano, el que está delante en la puta cola del Ikea o el tío que alquila el garaje.
Hace unos años un glorioso soldado eskaldún se fue con el coche de su padre a ver si mataba un par de guardias civiles de tráfico en La Rioja. Creo que disparó con una escopeta de postas a larga distancia y se lo cargaron. Y qué me dicen de aquel Otegi que primero mató a dos Ertzainas porque iba hasta arriba de todo y después se convirtió en héroe sobrevenido del movimiento de liberación. Y yo creía que lo había oído todo hasta ver que los terroristas utilizan los mismos libros que los ejecutivos de multinacionales. No sé dónde se compraría El Arte de la Guerra, o si se lo leía antes de ir a dormir, o si le comentaba las frases a sus compañeros. O si también habría adquirido Quién se ha llevado mi Queso o La Fuerza del Optimismo. O si usaba muy a menudo manuales de autoayuda y el cabecilla del comando utilizaba técnicas de motivación de recursos humanos.
Probablemente encontró en el libro de Sun Tzu alguna clave para mimetizarse con el entorno, y ahí se le ocurrió la brillante idea de matar opresores españoles con una camiseta de la selección española. La verdad es que no tengo ni puta idea de qué demonios pasa por la cabeza de esa gente. Pero después de me acuerdo de Hotel Ruanda, y supongo que ellos también han escuchado que hay que exterminar a las cucarachas.
Etiquetas: Españaza