Valdeluz es un nombre bonito. El Valle de la Luz. Un bello y evocador trasunto de nuestra querida España del ladrillo, ésa en la que el dinero salía a borbotones de las hormigoneras. Una recalificación. Una ciudad para 30.000 personas, 382 habitantes censados. Alquileres a 700 euros y carteles de “Se Vende”. Bastante gente ha hecho una excursión a Valdeluz últimamente, para ver qué hay ahí y después escribirlo, como el corresponsal de
Le Monde, que se marcó un reportaje la semana pasada. Un francés en Valdeluz. No suena mal. Yo opto por la crónica indirecta por puro patriotismo; nada hay más español que escribir de oídas.
Entre los afrancesados visitantes de Valdeluz está el tío
Rinzewind. Bonita crónica de edificios a medio hacer, calles fantasma y cafeterías virtuales. Un mundo perfecto apenas empañado por la ausencia de personas. ¿A quién le importa? El factor humano había sido convenientemente obviado en el perfeccionamiento de la economía del ladrillo. Da igual que no viva nadie ni vaya a vivir, la cuestión es que el piso suba. De hecho, el menor de los problemas de Valdeluz es que no vive nadie; el problema de Valdeluz es que los precios han dejado de subir.
No es que queramos hacer una moraleja barata a toro pasado ni un
Yoyalodije, simplemente nos llama la atención el paisaje después de la batalla, nos gusta la imagen de las osamentas de hormigón como vestigio de una época bastante reciente, pero muy pasada. La era en la que la pregunta no era "estudias o trabajas" sino "gotelet o estuco". Ahora tenemos una generación endeudada hasta las orejas, una costa destrozada y una ingente masa laboral sin formar, que abandonó los estudios porque un escayolista de quinta gana cinco veces más que un profesor universitario. Tenemos empresarios como Fernando Martín que prefieren cerrar la empresa antes que vender suelo. Tenemos ayuntamientos que no pueden pagar las nóminas. Y tenemos pueblos fantasma, como Valdeluz. No se pierdan
este vídeo.
De todos modos, Valdeluz es el ejemplo más vistoso, por la desproporción entre el tamaño del barrio y los habitantes, porque la corruptela asociada a cualquier cosa de estas apunta más alto de lo habitual (los propietarios del erial recalificado son familia política de Esperanza Aguirre) y porque el erial acoge una estación fantasma del AVE. Con 15 viajeros al día, según los articulillos que salen por ahí. Talmente, como una partida mala del Sim City. El ayuntamiento de Yebes, al que pertenece Valdeluz, tiene un censo electoral de 450 personas y un presupuesto de 24 millones de euros,
53.000 euros por votante al año. No está mal.
Se podría visitar también la ciudad del Pocero o el ensanche de Vallecas. Cada sitio con su particularidad. En Valdeluz hay tan poca gente que no hay ni bancos; pero en en ensanche de Vallecas sólo hay bancos y paradas de metro fantasma. Y un Ikea. No sé qué es más sórdido, si una ciudad fantasma o una ciudad fantasma bancarizada. La ciudad del Pocero, en Seseña, está todavía más en medio de la nada que Valdeluz, pero han puesto banderitas y tal como si fuese un Marina D’Or.
Extracto del
blog de Valdeluz.
“Texto del mail enviado al concejal Delegado para Valdeluz, Jose Maria Mangas.
Sr.
José María Mangas
Concejal Delegado para Valdeluz
Llevamos varis meses insistiendo en la deficiencia en la recogida de los contenedores. En tu respuesta de hace un tiempo, nos decias que los recogian cada 45 días o cuendo estuvieran llenos.
Pues te pedimos que, como es tu obligación, hagas las gestiones necesarias para que ese tiempo se disminuya, como te habras dado cuenta, los contenedores ya no dan abasto, los nuevos contenedores amarillos, estan a reventar (llevan mas de una semana en ese estado).
Al sumir el Ayuntamiento de Yebes la gestión de las basuras, nos prometistes a los Vecinos que la calidad del servicio no se veria afectada, demostrando esto una vez mas que nuestras dudas sobre esta gestión estaban en lo cierto
Un cordial saludo”
Cada 45 días o cuando estuvieran llenos.
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