tele mala
Cuando eres pequeño, es relativamente habitual que te racionen la tele. Bueno, en mi caso no lo recuerdo, pero a mis primas les decían que la tele emitía "radiaciones" (palabra peligrosa donde las haya). Y una buena amiga mía tuvo durante muchos años una tele con llave. Aunque el hecho de no recordar nada supongo que obedecerá a que lo que pasaba en mi casa yo lo consideraba "normal", y seguramente mi prima o la de la llave considerarían "extraño" algo que pasaba en mi casa.
Esta divagación, sin mucho sentido, viene a cuento de un curioso estudio económico que he leído por ahí. La presentación de los datos no es, precisamente, la más intuitiva ni clarificadora con la que me he encontrado, de modo que necesita explicación. Es una regresión múltiple (después de decir esto lo que vendrá ahora irá en serio a la fuerza) sobre el nivel de ahorro familiar. En cristiano, ¿cómo interactúan determinadas variables con el ahorro familiar? Y, como titularía un periodista de hoy en día, "el ahorrador medio es hombre, tiene barba, no le gusta el melón con jamón y vive en Tomelloso".
Centrémonos, la variable dependiente es el ahorro y las variables independientes son la renta anual, el sexo, la edad, la educación, la raza, el trabajo... Y las horas de televisión que se ven al día. Lo he visto, por cierto en Rortybomb, y el estudio viene de un libro de los años 90 llamado The Overspent American. Está hecha a partir de una encuesta hecha a trabajadores de la industria de las telecomunicaciones, y como digo es del año del catarro.
La cuestión de la tele tiene una pregunta con trampa, ¿la gente que chupa más tele, ahorra más o menos? Puede ahorrar más porque gasta menos en salir o practicar actividades menos pasivas (opción verosímil, tele=casa=ahorro), o porque está más al loro de las maravillosas ofertas de la sociedad de consumo (carcajada aquí, por favor). Alternativamente, quizá la tele nos induce a consumir más de lo que deberíamos, pues precisamente para eso es para lo que está creada. Cada hora a la semana de televisión por encima de la media implica, así dicho a lo bruto, que se ahorran 208 dólares menos al año. Vamos, que la tele está bien hecha. Es decir, cuanta más tele chupas, menos dinero ahorras. Bien por la tele.
El blog que enlazado antes incluye otra referencial al libro de marras: Es cómo de desahogada ve su propia situación económica la gente de distintos niveles de ingresos. Un 69% de quienes ganaban menos de 10.000 dólares (de la época) decían que gastaban casi todo su dinero en necesidades básicas. Un 19% de los que ganaban más de 100.000 dólares (de la época, unos 140.000 ahora) aseguraba lo mismo, que se les va todo en la compra y la nómina no da para más. Que no está mal; son más de 100.000 euros.
La cuestión enlaza con lo de la televisión. Y con lo de los padres. Porque la percepción sobre las necesidades de cada uno y la contingencia (amanecequenoespoco) de las cosas que compramos es subjetiva. Es algo básico en la economía del comportamiento; como dicen en el blog si en condiciones normales pones un vino de 10 euros, uno de 20 y uno de 30 nunca te pedirás el de 30, pero si te ponen uno de 10, uno de 30 y uno de 80 te pedirás el de 80. O si todos tus compañeros de facultad se lo piden de 30. Y así va todo. Todos sabremos de alguien que cobra un pastón pero aun así vive infinitamente por encima de sus posibilidades; lo que a nosotros nos parece aberrante a él le parece normal, porque en su contexto es normal. Y la televisión hace parecer normales las cosas que no son normales. Por eso la tele es mala. Y, además, cuesta dinero.
Esta divagación, sin mucho sentido, viene a cuento de un curioso estudio económico que he leído por ahí. La presentación de los datos no es, precisamente, la más intuitiva ni clarificadora con la que me he encontrado, de modo que necesita explicación. Es una regresión múltiple (después de decir esto lo que vendrá ahora irá en serio a la fuerza) sobre el nivel de ahorro familiar. En cristiano, ¿cómo interactúan determinadas variables con el ahorro familiar? Y, como titularía un periodista de hoy en día, "el ahorrador medio es hombre, tiene barba, no le gusta el melón con jamón y vive en Tomelloso".
Centrémonos, la variable dependiente es el ahorro y las variables independientes son la renta anual, el sexo, la edad, la educación, la raza, el trabajo... Y las horas de televisión que se ven al día. Lo he visto, por cierto en Rortybomb, y el estudio viene de un libro de los años 90 llamado The Overspent American. Está hecha a partir de una encuesta hecha a trabajadores de la industria de las telecomunicaciones, y como digo es del año del catarro.
La cuestión de la tele tiene una pregunta con trampa, ¿la gente que chupa más tele, ahorra más o menos? Puede ahorrar más porque gasta menos en salir o practicar actividades menos pasivas (opción verosímil, tele=casa=ahorro), o porque está más al loro de las maravillosas ofertas de la sociedad de consumo (carcajada aquí, por favor). Alternativamente, quizá la tele nos induce a consumir más de lo que deberíamos, pues precisamente para eso es para lo que está creada. Cada hora a la semana de televisión por encima de la media implica, así dicho a lo bruto, que se ahorran 208 dólares menos al año. Vamos, que la tele está bien hecha. Es decir, cuanta más tele chupas, menos dinero ahorras. Bien por la tele.
El blog que enlazado antes incluye otra referencial al libro de marras: Es cómo de desahogada ve su propia situación económica la gente de distintos niveles de ingresos. Un 69% de quienes ganaban menos de 10.000 dólares (de la época) decían que gastaban casi todo su dinero en necesidades básicas. Un 19% de los que ganaban más de 100.000 dólares (de la época, unos 140.000 ahora) aseguraba lo mismo, que se les va todo en la compra y la nómina no da para más. Que no está mal; son más de 100.000 euros.
La cuestión enlaza con lo de la televisión. Y con lo de los padres. Porque la percepción sobre las necesidades de cada uno y la contingencia (amanecequenoespoco) de las cosas que compramos es subjetiva. Es algo básico en la economía del comportamiento; como dicen en el blog si en condiciones normales pones un vino de 10 euros, uno de 20 y uno de 30 nunca te pedirás el de 30, pero si te ponen uno de 10, uno de 30 y uno de 80 te pedirás el de 80. O si todos tus compañeros de facultad se lo piden de 30. Y así va todo. Todos sabremos de alguien que cobra un pastón pero aun así vive infinitamente por encima de sus posibilidades; lo que a nosotros nos parece aberrante a él le parece normal, porque en su contexto es normal. Y la televisión hace parecer normales las cosas que no son normales. Por eso la tele es mala. Y, además, cuesta dinero.