urban art
El otro día, en las escaleras mecánicas del metro de Madrid. “Expaña paraíso del pederasta”. Concretamente, en el pasamanos de las escaleras mecánicas de la estación de Gran Vía. Ahí reside la etiqueta-denuncia. Incansable, emerge de las entrañas de la escalera una vez tras otras con su apocalíptico mensaje. Primero, la ruptura de España implícita en ese término, Expaña (Ex_España). Expaña, zETAp, Pri$OE, Polanko, Rub-al-Qaba, progretarra, islamofascista… la afición de la caverna hispánica por los acrónimos, esa especie de lenguaje paralelo que se montan como los de la naranja mecánica (por cierto, la peli más sobrevalorada de la historia del cine) es algo cuyo origen me encantaría comprender. Pongan Expaña en Google y encontrarán un buen surtido de desquiciados exponentes del nacionalcatolicismo patrio, cada uno con su particular y enternecedor aroma a telepredicador americano de cadena local. Pero tras el identificador viene la denuncia. El paraíso de pederastas. Así, sin más explicación. Deduzco que la situación es tan flagrante que sobran las explicaciones, o quizá sea sólo un ardid para llevar al transeúnte a pensar si, realmente, Expaña es un paraíso de pederastas.
Pero la razón de esta entrada no está en el mensaje porque, al fin y al cabo, un país como éste da para mucho. Es el medio lo que me llama la atención. La etiqueta, de esas que se vendían pegadas en una sábana de plastiquillo beige. La versión 80’s de las que nos manda Hacienda o de las que vienen en las cartas del banco. Por la posición de la etiqueta descarto que escribiese sobre ella una vez pegada en el pasamanos. Se la trajo puesta. Ahora, no sé si se compró una sábana con centenares de etiquetas y se dedicó a escribir con rotulador y tozuda reiteración “Expaña paraíso de pederastas” antes de sembrar la ciudad de su verdad en un recorrido que, en algún momento, pasó por las escaleras de salida del metro Gran Vía. O posiblemente, para no dar el cante, tiene en su casa la sábana con el eslogan y antes de salir recorta cuidadosamente con unas tijeritas una o varias etiquetas para distribuirlas sin ser visto. O quizá su cruzada no es sólo contra el paraíso del pederasta, quizá su afán redentor explora otros caminos, y tiene en casa etiquetas sobre el botellón o el Estatut. Una maravillosa fusión de tertulia y arte urbano, muy apropiada para Madrid al fin y al cabo.
Pero la razón de esta entrada no está en el mensaje porque, al fin y al cabo, un país como éste da para mucho. Es el medio lo que me llama la atención. La etiqueta, de esas que se vendían pegadas en una sábana de plastiquillo beige. La versión 80’s de las que nos manda Hacienda o de las que vienen en las cartas del banco. Por la posición de la etiqueta descarto que escribiese sobre ella una vez pegada en el pasamanos. Se la trajo puesta. Ahora, no sé si se compró una sábana con centenares de etiquetas y se dedicó a escribir con rotulador y tozuda reiteración “Expaña paraíso de pederastas” antes de sembrar la ciudad de su verdad en un recorrido que, en algún momento, pasó por las escaleras de salida del metro Gran Vía. O posiblemente, para no dar el cante, tiene en su casa la sábana con el eslogan y antes de salir recorta cuidadosamente con unas tijeritas una o varias etiquetas para distribuirlas sin ser visto. O quizá su cruzada no es sólo contra el paraíso del pederasta, quizá su afán redentor explora otros caminos, y tiene en casa etiquetas sobre el botellón o el Estatut. Una maravillosa fusión de tertulia y arte urbano, muy apropiada para Madrid al fin y al cabo.
Etiquetas: ideas peregrinas, Pintadas
8 Comments:
Grandioso artículo a partir de una memez de pegatina, pardiez. Para quedar redondo, te ha faltado el "liberticida", aproximadamente entre "progretarra" e "islamofascista".
Tus hipótesis sobre la manera de proceder del sujeto son muy millasianas (y no por ello necesariamente falsas).
En efecto, muy Millás.
Se te ha pasado la posibilidad de que sea un lector de Valín celebrando lo que más le gusta de España. Más que un grito de denuncia, un slogan congratulatorio...
Esa persona, sea quien sea, dios la bendiga, tiene una misión...
Tiene una misión, que es más de lo que la mayoría de nosotros podemos afirmar.
Y no sólo eso, también dispone de los instrumentos para llevar a cabo su misión. A saber: habilidad innata para los eslóganes, etiquetas, rotulador, tiempo libre...
la naranja mecánica (por cierto, la peli más sobrevalorada de la historia del cine): totalmente de acuerdo y además recurso fácil para un sábado de carnaval sin imaginación...
De la mano de google me he dejado conducir hasta tí. Felicidades por el espacio que has creado
Al ver esta entrada me he quedado de piedra. Hace unos días he visto en Almuñecar una pintada que ponía exactamente lo mismo.
La virgen, nuestro héroe se mueve rápido.
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