Oda a la estupidez en El País
Ayer ya me indigné bastante cuando vi que el New York Times titulaba su historia sobre la propuesta de Obama para meter (un poquito) en vereda al sector bancario "With a Populist Stance, Obama Takes on Banks". No me extrañó demasiado; al fin y al cabo, la prensa anglosajona tiene la irritante costumbre de abandonar su ejemplar rigor e independencia cuando más falta hacen esas virtudes, que las tiene. Léase guerra de Irak.
Hace un poco, que he llegado a casa de mis padres y he visto El País y La Vanguardia, no daba crédito. "El giro populista de la Casa Blanca agrieta a los demócratas". El día anterior el titular fue un razonable "Obama redobla su cruzada contra los excesos de la banca". Vamos, que es lo que pensaban antes de leer la apertura de New York Times. Ya después vieron que, hombre, si los señores del Times consideran que Obama es populista y que pretende gobernar para gente bruta, que no escucha jazz ni sabe de finanzas ni de vinos ni nada, pues el periódico global en español no va a ser menos.
Miré quién lo firmaba, porque la gente de Economía de El País suele ser sensata; eran los corresponsales. Al momento me acordé de la historia escrita por Jacobo García (un tío que lleva buscándose la vida por el mundo desde que acabó la carrera) sobre el despliegue de medios en Haití, "Periodistas o niños de papá", que empezaba así:
¿Se puede llegar a un terremoto con maleta de ruedas? Sí. ¿Puede una revista que dedica su última portada a los maquillajes más sorprendentes y a las joyas que vienen para este año enviar a un periodista para la cobertura? Sí. ¿Puede llegar alguien a la zona más devastada del planeta sin agua, comida ni un teléfono en condiciones? Sí.
Lo peor es que lo de ser niños de papá es lo de menos. En fin, que un periodista puede ser un gilipollas integral pero quizá, en un ínfimo porcentaje de los casos, contar una historia. Interesante, importante, bonita o con criterio. Que aporte algo, aunque sea un poco. Pero ni eso. Ir a la rueda de prensa, copiapegar, mirar qué dicen las ediciones digitales no vaya a ser que nos coloquemos donde no toca y poco más. Una gran prueba es esa oda a la estupidez supina con la que antetitula El País.
El Giro Populista (G.P.) consiste, según nos explica el tal Antonio Caño, en que "ha recurrido a medidas de fácil respaldo popular, como la reforma para limitar las actividades de riesgo de los bancos [...] un presidente sin corbata, precipitadamente encanecido y armado de un nuevo repertorio populista, prometió que no descansará "hasta conseguir puestos de trabajo para todos". Habráse visto. Sin corbata, en Ohio, prometiendo atar en corto a los bancos y prometiendo puestos de trabajo. ¿Seguro que era Obama? ¿No será Hugo Chávez? ¿O Raúl Castro? ¿Quizá El Dioni?
Lo que propone Obama, así en dos líneas, es prohibir que los bancos comerciales, los que captan depósitos y cuentan con generosas redes de seguridad (que pagan los currelas Ohio) que impiden que quiebren se dediquen a inversiones de riesgo que puedan poner en peligro su solvencia. Menudo rojerío anda suelto por Washington, En fin. Lamentable época esta en la que nos ha tocado vivir, en la que cuando el presidente de Estados Unidos toma la decisión más importante de su mandato, cuando la política inicia un giro inevitable desde la quiebra de Lehman y que no es exagerado comparar con algunas de las normas que aprobó Roosevelt en 1933, viene un señor de El País y nos dice que es populista. Ah, y que no lleva corbata.
Como dijo Einstein, hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estaba seguro de la primera de ellas.
P.D. Resulta irónico que el mismo corresponsal escribe otro artículo diciendo que "La decisión del Tribunal Supremo que permite a las empresas gastar cuanto quieran en las campañas políticas es la última prueba de que el viento vuelve a soplar favorable para la derecha en EE UU. La mayoría de los republicanos, que cuentan con un respaldo más fiel entre las grandes fortunas y los gigantes empresariales, han acogido la medida como un triunfo". Pues hombre, al lobby bancario no le ha hecho falta poner un duro para que El País llame "populismo" a la reforma financiera. Bueno, quizás sí, un par de comidas y un argumentario de transparencias.
Hace un poco, que he llegado a casa de mis padres y he visto El País y La Vanguardia, no daba crédito. "El giro populista de la Casa Blanca agrieta a los demócratas". El día anterior el titular fue un razonable "Obama redobla su cruzada contra los excesos de la banca". Vamos, que es lo que pensaban antes de leer la apertura de New York Times. Ya después vieron que, hombre, si los señores del Times consideran que Obama es populista y que pretende gobernar para gente bruta, que no escucha jazz ni sabe de finanzas ni de vinos ni nada, pues el periódico global en español no va a ser menos.
Miré quién lo firmaba, porque la gente de Economía de El País suele ser sensata; eran los corresponsales. Al momento me acordé de la historia escrita por Jacobo García (un tío que lleva buscándose la vida por el mundo desde que acabó la carrera) sobre el despliegue de medios en Haití, "Periodistas o niños de papá", que empezaba así:
¿Se puede llegar a un terremoto con maleta de ruedas? Sí. ¿Puede una revista que dedica su última portada a los maquillajes más sorprendentes y a las joyas que vienen para este año enviar a un periodista para la cobertura? Sí. ¿Puede llegar alguien a la zona más devastada del planeta sin agua, comida ni un teléfono en condiciones? Sí.
Lo peor es que lo de ser niños de papá es lo de menos. En fin, que un periodista puede ser un gilipollas integral pero quizá, en un ínfimo porcentaje de los casos, contar una historia. Interesante, importante, bonita o con criterio. Que aporte algo, aunque sea un poco. Pero ni eso. Ir a la rueda de prensa, copiapegar, mirar qué dicen las ediciones digitales no vaya a ser que nos coloquemos donde no toca y poco más. Una gran prueba es esa oda a la estupidez supina con la que antetitula El País.
El Giro Populista (G.P.) consiste, según nos explica el tal Antonio Caño, en que "ha recurrido a medidas de fácil respaldo popular, como la reforma para limitar las actividades de riesgo de los bancos [...] un presidente sin corbata, precipitadamente encanecido y armado de un nuevo repertorio populista, prometió que no descansará "hasta conseguir puestos de trabajo para todos". Habráse visto. Sin corbata, en Ohio, prometiendo atar en corto a los bancos y prometiendo puestos de trabajo. ¿Seguro que era Obama? ¿No será Hugo Chávez? ¿O Raúl Castro? ¿Quizá El Dioni?
Lo que propone Obama, así en dos líneas, es prohibir que los bancos comerciales, los que captan depósitos y cuentan con generosas redes de seguridad (que pagan los currelas Ohio) que impiden que quiebren se dediquen a inversiones de riesgo que puedan poner en peligro su solvencia. Menudo rojerío anda suelto por Washington, En fin. Lamentable época esta en la que nos ha tocado vivir, en la que cuando el presidente de Estados Unidos toma la decisión más importante de su mandato, cuando la política inicia un giro inevitable desde la quiebra de Lehman y que no es exagerado comparar con algunas de las normas que aprobó Roosevelt en 1933, viene un señor de El País y nos dice que es populista. Ah, y que no lleva corbata.
Como dijo Einstein, hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estaba seguro de la primera de ellas.
P.D. Resulta irónico que el mismo corresponsal escribe otro artículo diciendo que "La decisión del Tribunal Supremo que permite a las empresas gastar cuanto quieran en las campañas políticas es la última prueba de que el viento vuelve a soplar favorable para la derecha en EE UU. La mayoría de los republicanos, que cuentan con un respaldo más fiel entre las grandes fortunas y los gigantes empresariales, han acogido la medida como un triunfo". Pues hombre, al lobby bancario no le ha hecho falta poner un duro para que El País llame "populismo" a la reforma financiera. Bueno, quizás sí, un par de comidas y un argumentario de transparencias.
Etiquetas: dame un euro, la prensa