un debate

Pues ahora se supone que debería estar viendo el debate, esa fiesta de la democracia conseguida gracias al consenso de todos que nos permite escuchar a los que serán nuestros legítimos representantes y decidir sabiamente nuestro voto. Y ustedes, españoles de bien, deberían estar cenados y meados, con el mantel de ganchillo delante del televisor como los Alcántara, para mañana observar en el trabajo tal o cual punto de vista que se le haya escapado a los demás, y decidir por qué motivos tal o cual estatua parlante fue el vencedor, orgullosos todos de esta comunión nacional, de este gran fuego de campamento. Pueden decir que los 400 euros son comprar votos o preguntarse si los inmigrantes estarán obligados a ingerir paella los domingos. Es libre.

Fíjense lo cojonudos que son los debates, que en lo que dura un partido de fútbol tenemos material para construir un corpus de pensamiento político para por lo menos cuatro años. Luego ya nos saciaremos de Vídeos de Primera emitidos a la hora del informativo en Antena 3, pero cuidado, que sabemos de lo que hablamos. Últimamente, por ejemplo, está de moda decir que no mola votar en contra. Que cuando acudimos a las urnas henchidos de sentido democrático tenemos que convencernos de ese proyecto que creará una sociedad mejor. Que votar sólo para que no gane otro es una perversión de la sacrosanta democracia, y para entrar a ese trapo mejor soltar un "pero si son todos unos gilipollas". Pues sí, pero se trata precisamente de eso. De qué gilipollas prefieres tener delante. No es poco. Pregúntenle a alguien que viva en Birmania o Arabia Saudí, a ver qué opinan.

Yo les diría que jugasen al sistema simiesco de defensa frente a globos, a los globos tal cual, al delfín acróbata o al billar explosivo. Aunque igual estoy empobreciendo la democracia que tanto nos costó conseguir. Durante el resto de los tres años y 364 días nos jamaremos encantados la basura que depositen los califas mediáticos de turno pero hoy hay que disfrutar del debate. Ustedes mismos, que yo me voy a echar un Starcraft.