un mail
Creo que fue Umberto Eco quien dijo una vez que el procesador de textos, que por aquellos bonitos años 80 debería ser el Word Perfect, había cambiado la forma de escribir. Este señor, que salía en los periódicos con la etiqueta de "catedrático de semiología", así, para impresionar, sostenía que se podía escribir la novela a trozos y encajar el luego el puzzle, lo que quizás explicaría la a veces innecesaria complejidad de algunos de sus libros. En cualquier caso, desde entonces llovió mucho, no sé por qué me he acordado de repente de aquello. Pero bueno, como no soy un catedrático de semiología (o semiótica) me lo puedo permitir, supongo.
Quizá sea porque hace un rato me llamó Jordi y, entre otras cosas, me comentó la patochada de Cebrián, ya saben, ese señor que escribe poco y rematadamente mal sin que ello le impida se racadémico de la lengua. Sostiene que los blogs algo así como válvulas de escape de los pobres desgraciados que no pudieron como él ser periodistas comprometidos con la modélica Transición (mayúsculas, por favor) y, junto a otros de su calaña, copar el escalafón de la sociedad civil española durante 30 años, con resultados bastante visibles. Según este personaje, "podríamos asumir que hay una cierta pasión por el exhibicionismo, a veces bajo la escusa [sic] [tiene cojones, señor académico, y luego dando lecciones de ortografía] de la comunicación, en toda la actividad que se desarrolla en la red. Al fin y al cabo, quien se abre una gabardina y enseña los genitales a los viandantes busca también una forma de comunicarse". "¿Y qué es un escritor, acaso no es un exhibicionista?", dice Jordi, a quien por cierto debería multar la policía, por escribir demasiado bien.
Sin embargo, y no me hagan demasiado caso, uno tiene sus ideas tontas: Correos electrónicos. Porque los blogs son como los pollos de colores de mercadillo. Son pequeños y graciosos, y aunque casi todos mueren enseguida, es preferible eso a que crezcan. Lo llevan muy mal. Ahora, mientras escribo, miro por la gatera y veo que beguemot piensa algo parecido, pero lo expresa de forma distinta, él echa de menos los blogs de 2003 y 2004, yo los correos. A los blogs les falta inocencia, y con la inocencia se pierde la sinceridad. Admitámoslo, escribimos un blog para que otras personas lean tal cosa, y esa lenta interacción entre unos y otro crea roles, niveles, una especie de estatus. El momento en el que dejas un borrador sin publicar es cuando traspasas la línea roja.
Para dejar un correo electrónico sin enviar hacen falta motivos de peso; supone callar algo que sabes y que podría interesar al interlocutor, alguien con cara y ojos. Yo tengo almacenados en el ordenador del curro correos electrónicos de hace mil años. Tratan de las cosas más inverosímiles, pero hay auténticas maravillas, hilos que destrozarían cualquier guión pretendidamente ocurrente. No sé muy bien por qué es. Creo que por la mezcla de inmediatez y permanencia. Nadie piensa en cómo arrancar, hilar y rematar un correo electrónico, simplemente se deja ir, lo cuida y lo hace bonito porque, caramba, estamos escribiendo. Aunque sólo nos lea un destinatario, tenemos un poco de orgullo, y queremos contar las cosas bien. En Hasta que te encuentre, de John Irving, el protagonista es un actor cuyo truco es actuar sólo para una persona. En un correo electrónico no se ponen adjetivos, rara vez se hacen metáforas que no sean graciosas y, por lo general, se cuentan cosas. Por eso me gustan.
Quizá sea porque hace un rato me llamó Jordi y, entre otras cosas, me comentó la patochada de Cebrián, ya saben, ese señor que escribe poco y rematadamente mal sin que ello le impida se racadémico de la lengua. Sostiene que los blogs algo así como válvulas de escape de los pobres desgraciados que no pudieron como él ser periodistas comprometidos con la modélica Transición (mayúsculas, por favor) y, junto a otros de su calaña, copar el escalafón de la sociedad civil española durante 30 años, con resultados bastante visibles. Según este personaje, "podríamos asumir que hay una cierta pasión por el exhibicionismo, a veces bajo la escusa [sic] [tiene cojones, señor académico, y luego dando lecciones de ortografía] de la comunicación, en toda la actividad que se desarrolla en la red. Al fin y al cabo, quien se abre una gabardina y enseña los genitales a los viandantes busca también una forma de comunicarse". "¿Y qué es un escritor, acaso no es un exhibicionista?", dice Jordi, a quien por cierto debería multar la policía, por escribir demasiado bien.
Sin embargo, y no me hagan demasiado caso, uno tiene sus ideas tontas: Correos electrónicos. Porque los blogs son como los pollos de colores de mercadillo. Son pequeños y graciosos, y aunque casi todos mueren enseguida, es preferible eso a que crezcan. Lo llevan muy mal. Ahora, mientras escribo, miro por la gatera y veo que beguemot piensa algo parecido, pero lo expresa de forma distinta, él echa de menos los blogs de 2003 y 2004, yo los correos. A los blogs les falta inocencia, y con la inocencia se pierde la sinceridad. Admitámoslo, escribimos un blog para que otras personas lean tal cosa, y esa lenta interacción entre unos y otro crea roles, niveles, una especie de estatus. El momento en el que dejas un borrador sin publicar es cuando traspasas la línea roja.
Para dejar un correo electrónico sin enviar hacen falta motivos de peso; supone callar algo que sabes y que podría interesar al interlocutor, alguien con cara y ojos. Yo tengo almacenados en el ordenador del curro correos electrónicos de hace mil años. Tratan de las cosas más inverosímiles, pero hay auténticas maravillas, hilos que destrozarían cualquier guión pretendidamente ocurrente. No sé muy bien por qué es. Creo que por la mezcla de inmediatez y permanencia. Nadie piensa en cómo arrancar, hilar y rematar un correo electrónico, simplemente se deja ir, lo cuida y lo hace bonito porque, caramba, estamos escribiendo. Aunque sólo nos lea un destinatario, tenemos un poco de orgullo, y queremos contar las cosas bien. En Hasta que te encuentre, de John Irving, el protagonista es un actor cuyo truco es actuar sólo para una persona. En un correo electrónico no se ponen adjetivos, rara vez se hacen metáforas que no sean graciosas y, por lo general, se cuentan cosas. Por eso me gustan.
Etiquetas: libros, Metaentrada
10 Comments:
perdón, racaqué? eso es más que académico, no?
Anónima
Yo creo que hay más de uno que le tiene miedo a las nuevas tecnologías: peor para él, o para ellos. Internet, los correos electrónicos, no son más que instrumentos, y el uso que se le dé, dependerá de la persona o personas que haya detrás, y del talento o de la falta del mismo. Y claro está, los blog son relativamente nuevo, y lo nuevo, pues se teme; seguro que cuando salieron los periódicos alguién los temió: los pregoneros, sin duda...es broma. También es cierto que se están profesionalizando algunos blogs, y están teniendo muchos visitantes, y la calidad de los mismos, es...cuanto menos discutible. Pero para eso sirve también la libertad, y que siga sirviendo, claro está. Un Saludo.
Primera frase:
"Don Nicomedes era un médico rural acostumbrado a escribir un minucioso dietario personal en el que apuntaba la más mínima de las vicisitudes de su rutinaria existencia."
"minucioso", "la más mínima", "dietario personal", "pormenores".
Aparte de la "escusa" hay un "deben" que debería ser "deben de".
Y el estilo es de Ansón, pero en malo, o en peor.
Y más abajo dice:
"Un bloc, para las gentes de mi generación, es una resma de papel, engomadas sus hojas por el filo o cosidas en una encuadernación, donde se apuntan notas y recordatorios, aunque las más de las veces sirve para que improvisemos sobre las cuartillas toda clase de dibujos y arabescos mientras soportamos tediosas reuniones. "
Y un perro qué es para los de tu generación? Y un bloc para los de la mía no es lo mismo que para los de la tuya? Mientras soporta tediosas reuniones, pobre.
Insisto, es insoportablemente cursi:
"junto a otros míticos actores de nuestro séptimo arte, honraban con su presencia la vida de celuloide "
"componen un entramado de relaciones individuales y colectivas "
Para mí la blogosfera me produce una sensación de frustración similar a la que sentiría si hubiera editado un disco y fuera a una tienda de segunda mano de las que hay en las grandes estaciones, Atocha por ejemplo.
Muchos tenemos un blog, parece que por eso decimos cosas interesantes, pero hay millones de blogs, y de esos millones sólo unos pocos nos hacen reflexionar, como éste y el de Amador.
Así que como dices pierre, es mucho más interesante lo que no es ha escrito y está por hacerse que lo escrito.
Saber pasar de un estado a otro está destinado a pocos y los demás no sé si debemos retroceder un paso y aprender.
Bueno, el "deben de" tampoco es para tanto: no se emplea en Latinoamérica (no lo usan Carpentier, Borges, Paz... y es imposible ser un hablante más culto del espanhol que ellos), los andaluces tampoco, ni Juan Benet en sus herméticas novelas (y es imposible ser un autor contemporáneo más culto que Benet) ni Francisco Rico cuando da entrevistas (no recuerdo si lo hace cuando escribe). Es una norma para solamente quizá un 5% de los hispanoablantes, una norma limitada, regional, que a estas alturas además suena a hipercorrección (según afirma un amigo de Pamplona traductor de Yeats, Stevens y Beckett). Pero por supuesto Cebrián está entre esos 5%, es Académico de la lengua, se la coge con papel de fumar y lo tiene puesto en el libro de estilo de su periódico. Así que, efectivamente, en su caso es un error.
Por cierto, uno es consciente de varios errores en el comentario publicado anteriormente, imposibles de corregir ahora. Espero que se me perdonen. Simplemente comento, no pretendo imponer normas de ningún tipo :-).
Tu blog es muy malo, tío, retírate
Me encantan estas metaentradas.
Y yo también recuerdo con nostalgia los correos electrónicos que solía escribir hace años.
De hecho, alguno lo he recuperado para mi blog.
¡Me has hecho feliz!
A veces me siento tan bicho raro...
Completamente de acuerdo contigo en lo que respecta a los correos electrónicos.
Llevo 7 años inmersa en este mundillo, y a estas alturas todavía no he sido capaz de borrar ninguno de mis e-mails.
La razón, la has descrito tú a la perfección.
Hace un par de años tuve la osadía de abrir un blog, y a estas alturas está casi en vías de extinción.
La naturalidad se me va a hacer puñetas cuando me doy cuenta de que 'dos son multitud'... osea, que padezco eso que llaman terror escénico.
PD: Leo tu blog esporádicamente, y cuando salgo por la puerta lo suelo hacer satisfecha.
Pobriño Cebrián, con lo natural y humilde que es y lo mal que lo tratais. En fin, que este post me ha parecido brillante, de veras (y eso que, lo reconozco, tengo tendencia a abusar de los adjetivos). Saludos
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