Bubble bobble
Una burbuja financiera es una alteración hormonal. De forma cíclica somos arrastrados a un desenfreno de compraventa de alguna cosa, con consecuencias nefastas a medio plazo. Es una orgía monumental a la que el sistema es arrastrado por fuerzas internas y externas, pero una orgía con fecha de caducidad porque siempre, siempre, llega el momento que alguien entra en razón y se despierta jodido, sin pelas y con un compañero de cama inverosímil. Entonces viene la parte chunga, pero para cuando se reparan los efectos de la última, ya se está preparando una nueva. Es el día de la marmota.
Hacía tiempo que no tocábamos el tema inmobiliario que está dando a este país grandes mecenas futbolítisticos, un puñado de alcaldes con gracejo como José María Peña o Jesús Gil y Gil y una pujante clase empresarial que ha convertido Españaza en la envidia de Europa, en el nuevo Silicon Valley, en el país donde el sueño americano ha alcanzado las más altas cotas y la alfabetización ha dejado de ser un factor en el ascenso de las personas a los escalafones más altos de la corte. Pese a ello, en nuestro afán por crear una juventud cultivada, bienpensante y limpia de vicios, les vamos a obsequiar con varias tazas sobre la burbuja inmobiliaria de Españaza, empezando por explicar, más o menos, qué es una burbuja financiera y para ahorrarnos el aburrido paso de “que sí, que los pisos o los sellos pueden bajar de precio, porque de lo contrario su precio sería ya infinito”.
La burbuja siempre viene marcada por las mismas fases. En primer lugar, pasa algo. Ese algo, que suele ser un cambio tecnológico, aunque no necesariamente, genera una creciente demanda de un determinado bien o activo como forma de inversión. Ponemos pasta porque pensamos que después recibiremos más. Las características de la cosa son irrelevantes. Pueden ser tulipanes, empresas de Internet, casas, acciones de ferrocarriles, cuadros de arte moderno, bonos, ancho de banda, petróleo, sellos, paneles solares o soja. La percepción de que algo subirá de precio suele estar, por cierto, bien cimentada. En España el choque externo para el subidón inmobiliario fue la bajada de los tipos de interés –y la convicción de que no volverán al 14% de los 80- ligada al euro, que se vio reforzado por la bajada del paro (pese a la calidad del empleo) y la inmigración.
Así, pocas burbujas los son desde un principio, y resulta imposible saber en qué momento un simple ajuste se convierte en una bomba de relojería. En todo caso, esto es como los libros de historia cuando los reyes no se abren la cabeza mutuamente; no tiene mucho interés. La cosa sólo se pone cachonda cuando la subida de precios de retroalimenta y deja de atender a factores externos. Las personas que se han perdido la subida inicial ven que, efectivamente, quienes la anticipaban tenían razón. Se van subiendo al carro, lo que acelera los precios y afianza dicha percepción. En paralelo, quienes están al otro lado; quienes venden o hacen posible que esa cosa entre en el mercado, también se dan cuenta de que hay pasta de por medio y elevan la oferta, a costa de un descenso de la calidad de los activos.
Pero la mayor oferta no relaja los precios. Antes al contrario, sirve para que más gente participe del maná colectivo. Un señor con traje se lo cuenta a un taxista, hermandos ambos por Federico, el taxista se lo cuenta a su cuñado, su cuñado a los compañeros de oficina y lo cojonudo es que hay para todos. Si se produjese una burbuja en el mercado de, pongamos, los diamantes, no habría mucha gente capaz de sumarse a ella, dado que el número de diamantes es más o menos fijo. Pero si se vendiesen como diamantes cristales de Swarowski y la gente ganase dinero con ellos, cada vez se comprarían más y más caros, porque las expectativas de subida de precios no parten de la cosa en sí (el cristal fantasía de Cenicienta), sino del efecto imitación, de extrapolar al futuro hechos pasados y de una especie de mística alrededor de los tulipanes, los ferrocarriles, Terra, los sellos o las casas.
La pregunta que viene a continuación es siempre la misma ¿Está todo el mundo equivocado? O, tal y como se plantea a los escpécticos, ¿Si todo el mundo está invirtiendo, te crees tú más listo? Pues no. Y permítanme que en un acto de egolatría digno de, por lo menos, Jesús Hermida, me repregunte a mi mismo. Dime, Jesús, ¿está permitido forrarse con una burbuja a sabiendas de que es una burbuja? Pues sí, mientras cuele, es decir, mientras el resto del mundo compre al pensar que algún fenómeno relacionado con el desarrollo cognitivo protege a los pisos de las bajadas.
El ejemplo perfecto de burbuja es la estafa piramidal, cadena de dinero o esquema de Ponzi. No sé si se acuerdan de aquellas cadenas postales ideadas por algún cartero loco en la que tú recibías una postal y por esa razón tenías que enviar cinco a peña desconocida para, supuestamente, recibir al cabo de un par de meses un saco de cartas de peña rara, algo que, supuestamente, molaba. Aquí lo mismo, pero con pasta. Tú me das pasta, y luego te ocupas de convencer a otros para que te la de a ti. Suena un poco raro, pero cuela. En Albania en 1997 dos millones de personas sobre una población de 3,5 millones (o sea, todo Cristo) fueron víctimas de un pufo piramidal de estos, provocado por unos chiringuitos (llamados sociedades de inversión) que ofrecían a sus clientes altos intereses que pagaban con las aportaciones de nuevos clientes, hasta que la cosa petó de manera bastante mala. Bastante mal significa que hubo revueltas, el ejército abandonó los cuarteles, las mafias se hicieron con el control de partes del territorio y hubo unos 2.000 muertos. En la versión inglesa de la wikipedia esta parte de la historia de Albania no existe.
Todas las burbujas son un esquema de Ponzi. Cuando su cuñado les dice que ha vendido por 50 millones una casa que compró por 30, pregúntense quién lo está pagando. El comprador, dirán. Pero, ¿por qué lo paga? Si le pudiesen preguntar si cree que la casa lo vale, seguramente diría que no, pero que después vendrá otro a pagarle 55. Pues eso. Obviamente, son cosas distintas, pues forzando la lógica, el billete con el que pagan el café se basa en un gran esquema de Ponzi. Pero bueno, dejemos las trampas al solitario para otros y centrémonos en los ladrillos.
Hacía tiempo que no tocábamos el tema inmobiliario que está dando a este país grandes mecenas futbolítisticos, un puñado de alcaldes con gracejo como José María Peña o Jesús Gil y Gil y una pujante clase empresarial que ha convertido Españaza en la envidia de Europa, en el nuevo Silicon Valley, en el país donde el sueño americano ha alcanzado las más altas cotas y la alfabetización ha dejado de ser un factor en el ascenso de las personas a los escalafones más altos de la corte. Pese a ello, en nuestro afán por crear una juventud cultivada, bienpensante y limpia de vicios, les vamos a obsequiar con varias tazas sobre la burbuja inmobiliaria de Españaza, empezando por explicar, más o menos, qué es una burbuja financiera y para ahorrarnos el aburrido paso de “que sí, que los pisos o los sellos pueden bajar de precio, porque de lo contrario su precio sería ya infinito”.
La burbuja siempre viene marcada por las mismas fases. En primer lugar, pasa algo. Ese algo, que suele ser un cambio tecnológico, aunque no necesariamente, genera una creciente demanda de un determinado bien o activo como forma de inversión. Ponemos pasta porque pensamos que después recibiremos más. Las características de la cosa son irrelevantes. Pueden ser tulipanes, empresas de Internet, casas, acciones de ferrocarriles, cuadros de arte moderno, bonos, ancho de banda, petróleo, sellos, paneles solares o soja. La percepción de que algo subirá de precio suele estar, por cierto, bien cimentada. En España el choque externo para el subidón inmobiliario fue la bajada de los tipos de interés –y la convicción de que no volverán al 14% de los 80- ligada al euro, que se vio reforzado por la bajada del paro (pese a la calidad del empleo) y la inmigración.
Así, pocas burbujas los son desde un principio, y resulta imposible saber en qué momento un simple ajuste se convierte en una bomba de relojería. En todo caso, esto es como los libros de historia cuando los reyes no se abren la cabeza mutuamente; no tiene mucho interés. La cosa sólo se pone cachonda cuando la subida de precios de retroalimenta y deja de atender a factores externos. Las personas que se han perdido la subida inicial ven que, efectivamente, quienes la anticipaban tenían razón. Se van subiendo al carro, lo que acelera los precios y afianza dicha percepción. En paralelo, quienes están al otro lado; quienes venden o hacen posible que esa cosa entre en el mercado, también se dan cuenta de que hay pasta de por medio y elevan la oferta, a costa de un descenso de la calidad de los activos.
Pero la mayor oferta no relaja los precios. Antes al contrario, sirve para que más gente participe del maná colectivo. Un señor con traje se lo cuenta a un taxista, hermandos ambos por Federico, el taxista se lo cuenta a su cuñado, su cuñado a los compañeros de oficina y lo cojonudo es que hay para todos. Si se produjese una burbuja en el mercado de, pongamos, los diamantes, no habría mucha gente capaz de sumarse a ella, dado que el número de diamantes es más o menos fijo. Pero si se vendiesen como diamantes cristales de Swarowski y la gente ganase dinero con ellos, cada vez se comprarían más y más caros, porque las expectativas de subida de precios no parten de la cosa en sí (el cristal fantasía de Cenicienta), sino del efecto imitación, de extrapolar al futuro hechos pasados y de una especie de mística alrededor de los tulipanes, los ferrocarriles, Terra, los sellos o las casas.
La pregunta que viene a continuación es siempre la misma ¿Está todo el mundo equivocado? O, tal y como se plantea a los escpécticos, ¿Si todo el mundo está invirtiendo, te crees tú más listo? Pues no. Y permítanme que en un acto de egolatría digno de, por lo menos, Jesús Hermida, me repregunte a mi mismo. Dime, Jesús, ¿está permitido forrarse con una burbuja a sabiendas de que es una burbuja? Pues sí, mientras cuele, es decir, mientras el resto del mundo compre al pensar que algún fenómeno relacionado con el desarrollo cognitivo protege a los pisos de las bajadas.
El ejemplo perfecto de burbuja es la estafa piramidal, cadena de dinero o esquema de Ponzi. No sé si se acuerdan de aquellas cadenas postales ideadas por algún cartero loco en la que tú recibías una postal y por esa razón tenías que enviar cinco a peña desconocida para, supuestamente, recibir al cabo de un par de meses un saco de cartas de peña rara, algo que, supuestamente, molaba. Aquí lo mismo, pero con pasta. Tú me das pasta, y luego te ocupas de convencer a otros para que te la de a ti. Suena un poco raro, pero cuela. En Albania en 1997 dos millones de personas sobre una población de 3,5 millones (o sea, todo Cristo) fueron víctimas de un pufo piramidal de estos, provocado por unos chiringuitos (llamados sociedades de inversión) que ofrecían a sus clientes altos intereses que pagaban con las aportaciones de nuevos clientes, hasta que la cosa petó de manera bastante mala. Bastante mal significa que hubo revueltas, el ejército abandonó los cuarteles, las mafias se hicieron con el control de partes del territorio y hubo unos 2.000 muertos. En la versión inglesa de la wikipedia esta parte de la historia de Albania no existe.
Todas las burbujas son un esquema de Ponzi. Cuando su cuñado les dice que ha vendido por 50 millones una casa que compró por 30, pregúntense quién lo está pagando. El comprador, dirán. Pero, ¿por qué lo paga? Si le pudiesen preguntar si cree que la casa lo vale, seguramente diría que no, pero que después vendrá otro a pagarle 55. Pues eso. Obviamente, son cosas distintas, pues forzando la lógica, el billete con el que pagan el café se basa en un gran esquema de Ponzi. Pero bueno, dejemos las trampas al solitario para otros y centrémonos en los ladrillos.
Etiquetas: dame un euro
15 Comments:
Plas, plas, plas.
Sublime.
entonces, ¿vendo los sellos para comprarme un piso o qué?
Genial... una explicación genial sobre lo que son las burbujas...
Esto es como el juego de las sillas... solo que las sillas se van vendiendo, y cada vez sube el precio... y cuando pare la música, el que tenga la silla, se dará cuenta de que la ha cagado...
Didactiquísimo.
Una pregunta al experto. Visto lo visto ¿cuál es lo más parecido a un depósito refugio? ¿Invertir en opciones y futuros de inberbes juveniles de la barroca cantera sevillana?
Pierre tienes razón en muchas cosas que dices en tu post, pero en otras te dejas llevar por tus sentimientos de rabia, desazón, impotencia ... (comprensibles y compartibles, por cierto).
Como bien dices para que exista burbuja tiene que "pasar algo", pero ese "algo" tiene que estar provocado por intereses de determinados grupos o personas que fuerzan el mercado a comportarse de una manera alcista y que cuando vuelve todo a su ser, baja el precio a su sitio debido, mientras algunos se frotan las manos cansadas de contar billetes de 500 €. Mal que le pese a la señá Trujillo, el mercado inmobiliario se ha movido obedeciendo las leyes de la oferta y la demanda. En los últimos siete años la demanda ha sido extraordinaria (emigrantes, turistas, baby boom, inversores ...), los intereses han estado en ocasiones más baratos que la infacción real, la bolsa ha pasado momentos muy, muy malos, la estructura social ha cambiado (más divorcios, más gente viviendo sola) ... en fin, que han concurrido una serie de circunstancias que han empujado los precios hacia arriba.
Por lo que ahora no es esperable el típico crak burbujeante, sino una adecuación de los precios a la situación de la demanda que, como sabes, cambia cíclicamente.
Piensa que las más interesadas en que esto siga así son las administraciones públicas (central, autonómica y local), ya que mediante el IVA 7%, el ITP que oscila entre el 7 y el 8%, el de AJD un 1,5% y la tasa por licencia de obras, el 4,5%, se financia una parte muy importante de sus presupuestos. Si realmente los políticos quisieran "hacer algo" podrían, por ejemplo, perdonar o reducir los impuestos a los compradores menores de 35 años. Imagínate, sólo eso supondría una rebaja de un mínimo del 8,5% en el precio ¿no está mal, verdad?
Y centrandonos en el titulo, en lugar del contenido, el juego del bubble bobble era uno de mis preferidos cuando chiquitin. Hurry Up!
Para no existir, el artículo de la Wikipedia inglesa lleva varios meses.
Hace 25 años comprar un piso era 35 veces el sueldo y ahora para un mileurista puede que sean 350. El problema ademas es que mil euros hoy en dia son 100.000 pts de las de entonces y la vida esta muy cara.Si ademas estas acostumbrado a una familia de clase media con dos sueldos , quien se va a ir de casa a mal vivir. Excepto que la cosa sea inenarrable no tiene solución.La avaricie dicen que rompe el saco de los no avariciosos. Cuando veo a alguien que se baja de un camion, cualquier tipo de intermediario, y saca un fajo de billetes con una goma, lo entiendo.Nadie le va a meter mano,pero el mercado de segundas viviendas crece como la espuma, mientras que el de primeras para jovenes esta estancado. Yo no lo entiendo,explicalo mejor malenasintango, porque las administraciones publicas obtienen beneficios para financiar actividades para quien , ¿para los joveves?.
El texto es bueno. Yo también aplaudo.
Sí señor, mu didáctico e ilustrativo. Mis felicitaciones.
La Administración, a todos los niveles, se beneficia de esto. El problema, en un esquema similar, viene cuando ya esto deja de ser un beneficio y se convierte en una necesidad, esto es, sin este dinero ya no les cuadran las cuentas. Entonces, es cuando la burbuja ya crece hasta un punto en que cuando estalle se lleva todo por delante.
Fijaos en que los precios de las casas están a la vista de todos, en los escaparates de las inmobiliarias. Siempre algo menos, ese es el precio que realmente se paga. Sin embargo, todos sabemos que el valor por el que se escritura es fabulosamente inferior. ¿Alguien se cree que la Administración, con la más simple y superficial de las comprobaciones, no habría notado ya hace años esto? Amos ya. Desengañaos: no hay nadie de quien esperar ayuda en este asunto. Ojos abiertos y pasos medidos: no queda otra.
Me ha encantado.
Muy interesante y comparto mucho de lo que dices. Al final esto de la burbuja inmobiliaria es algo de lo que todos nos quejamos, pero el que puede participa. esperemos que no estalle a la albanesa!
Del 2007 al 2009...
LA BURBUJA INMOBILIARIA,
TELE “B”, Y EL AYUNTAMIENTO DE BARCELONA.
Rafael del Barco Carreras
Entre las cuatro y cinco de la mañana es mi hora de Tele. Los telediarios de Tele 1, Tele 2, algún documental de Tele 3, y las vistas de mi ciudad, Barcelona, de Tele B, o sea, “Tele Única”, diluyen el sueño tras seis suficientes horas durmiendo. Un despertar para ante el ordenador preparar la batalla contra mi web, mi blog, e Internet. Sin pretenderlo, e intentando publicar la Corrupción que me arrasó, me he convertido en un solitario y aislado “blogger”. Satisfactorias inutilidades que desde hace un año y medio llenan gran parte de mi vida hacia los 69. ¡Ah!, y oigo a ¡Jiménez Losantos!.
Hoy, 26-02-09, me he cabreado con la del Alcalde Hereu, Tele B, que como si hubiera leído www.lagrancorrupcion.com ha dedicado un largo documental pregonando que la CULPA DE LA BURBUJA INMOBILIARIA LA TENÍAMOS TODOS. Y a propósito, el gran gurú del actual fiasco, Narcis Serra, se ha aumentado el sueldo según noticia de esta mañana en la COPE. Si en su imperio cuantos menos pisos se vendían más subían los precios, ahora cuanto peor se halla su Caixa de Cataluña, más sueldo. Bueno, lo suyo no son "sueldos", es capitalización compuesta. Los políticos y sus propagandistas son el colmo de la desfachatez. La B después de arremeter contra las inmobiliarias, y la poca previsión de quienes se endeudaron comprando unos pisos tan caros, se inventan una especie de SINO NACIONAL conduciendo a España entera a un callejón sin salida. Un economista, unos ahogados compradores, otros necesitados, y varios demagogos culpando a tópicos y con soluciones de discurso político, y primeros planos incluso de la zona FORUM sin nombrarla, mejorando en mucho mi http://es.youtube.com/watch?v=zSl6yuRUYYQ .
Total, dicen que sobran tres o cuatro millones de viviendas y faltan otras tantas, y la culpa la tiene todo quisque menos el dueño de esa Tele, que es el Ayuntamiento de Barcelona, o los Socialistas que lo gobiernan desde hace treinta años, con sus planes urbanísticos, dominando instituciones financieras enfangadas en sus propias inmobiliarias, y lanzando la suya Consorcio de la Zona Franca a cotas de primera de la Ciudad. Y la culpa la tengo yo y otros dos millones de barceloneses que trabajo tendremos para salir del enredo donde nos han metido por CORRUPTA Y DELICTIVA AMBICIÓN. A mí, que me barrieron ellos como “inmobiliario” metiéndome en La Modelo, toca mentalizarme que pasados treinta años de nuevo soy culpable, aunque no creo que me encarcelen con los otros 1.999.999 restantes culpables. La verdad, prefería que la culpa la tuvieran los AMERICANOS y sus hipotecas ninja.
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