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Y allá van de nuevo...

domingo, marzo 12, 2006

El nuevo da Vinci

Manuel Giménez, alias Manolo el madero. El auténtico heredero del espíritu renancentisa, del humanismo en su más excelsa versión. Policía de profesión, dedicó casi 20 años a la labor de ser portavoz de las fuerzas de seguridad y, a ratos, a ser asesor del ministerio del Interior. Después pasó a defender a los inocentes y los débiles (como Michael Knight) desde el otro lado, es decir, desde el periodismo. Se convirtió, por razones obvias, en el madero ofical, en el recurso de cualquier programa de sucesos que se preciara. Compartió plató con Margarita Landi (la de la pipa, aquella especie de Agatha Christie en versión cañí) y otras joyas de la profesión, de hecho, era tertuliano en el programa de Pérez Reverte donde José Toxeiro pasó a la historia.

No era suficiente para el ilustre soriano. Pasó a contribuir, cada mañana y desde la pequeña pantalla, a mejorar la salud de los españoles. Saber Vivir, que así se llama el producto en cuestión, suponía para el teleespectador un viaje en el tiempo, una repentina inmersión en Cuéntame (cuya sangrante apología del franquismo trataremos cuando tenga menos curro) pero en color. "Cuando las mujeres vayan al mercado recuerden que para que los niños crezcan fuertes han de..." o "sorprenda a su marido con..." son expresiones podemos encontrar o bien en los libros de la Sección Femenina de la Falange que están almacenados en casa de la abuela o bien en el Saber Vivir. Nos gustará más o menos el estilo del madero, pero es Él quien se preocupa por nosotros. Lo importante, como diría Javi Clemente, es el resultado, y si te desinteresadamente partes el pecho cada mañana por el bien común, chico, no te andes con zarandajas.

De forma paralela, y para no perder el norte en el plano de la seguridad ciudadana, sacó la espectacular revista Así son las Cosas (subtitulada Los casos de Manuel Giménez), una especie de versión no tan remozada de El Caso y que todavía sobrevive por los quioscos con secciones como "por tu seguridad", "yo denuncio" "desaparecidos" o "crímenes de cine" que, francamente, se comentan por sí solas. Una lanza más rota en pro de los españoles de bien.

No hemos comentado el físico de Manolo. Dada su condición de hombre bueno que se preocupa por el prójimo, cultiva una imagen de afable médico rural que prefiere la sabiduría popular a la excelencia científica de la que, obviamente, está en posesión. Un rollo "podría darte un curso sobre terapia avanzada, pero es mejor que te comas ese hierbajo de ahí". Paralelamente, ha aprovechado su hecho diferencial de madero para dotarse de una especie de apabullante seguridad que, de paso, le distingue de otros glosadores de milagros caseros o de aquella ministra de Sanidad que aconsejaba cómo cocer los huesos para evitar el mal de las vacas locas. Así, adopta una pose de superioridad que mitiga entrecerrando los ojos cuando habla y dirigiéndose al vulgo con la displicencia de un déspota ilustrado. Si le pones un bata blanca es clavado al actor ese que hace siempre de médico nazi refugiado en el amazonas.

Volviendo a su carrera profesional, Manolo, consciente de que las emisiones matinales privaban a buena parte de la población hispánica de las claves para mantener la salud de la raza, Giménez decidió expandir su legado por vías no convencionales que, en todo caso, le ampliasen el público objetivo. Para ello nada mejor que valerse del canal publicitario, con lo que fácilmente nos encontraremos a este hombre anunciado yogures o margarinas con los que purificar nuestros cuerpos.

Pero Manolo apunta más alto. Considerando conjurados los riesgos para la carne, ha decidido dedicarse al espíritu. Ha emprendido nuevos retos capitanieando junto a Inés Ballester (más mona ella que Margarita Landi) un espacio matinal en el que manolo se ocupa de ilustrar al vulgo sobre la vida privada de los llamados famosos que yo, en mi conocida obsesión por las metacosas, llamo metafamosos, dado que salen en la tele precisamente porque han salido en la tele y sin que deba mediar otro factor. Y sin ser esto suficiente para Giménez, ahora trabaja para garantizar el merecido descanso de los españoles: "Si le gusta vivir bien, mejor con el Nº 1. Por eso yo he elegido a Grupo Trampolín”, dice Manuel en al anunciar una promoción inmobiliaria alrededor de un campo de Golf en la Región de Murcia. Todo eso está encerrado en una soloa persona, en Manolo el madero.

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

pierre que el de Saber Vivir es Manuel Torreiglesias, que vale que se parece al poli bueno pero que no es el mismo.

http://sgfm.elcorteingles.es/SGFM/37/06/4/I0064537064/I0064537064877m01011.jpg

14 marzo, 2006 19:44  
Blogger Pierre Nodoyuna said...

Tócate las narices. Un puto comentario y es para desmentir. Si es que....

(gracias, porco)

14 marzo, 2006 20:08  

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