Peláez
Lo malo de que a un imbécil le vaya bien en algo no es el hecho de que se salga con la suya, sino que piense que va a seguir haciéndolo.
Burger King ha lanzado una campaña de promoción entre clientes exclusivos al hilo del lanzamiento de Spiderman 3. La campaña no es pública, y no conozco hasta qué punto es generalizada. Lo digo para que no me digan “pues en la tele dicen otra cosa”. En la película Spiderman tiene que elegir entre él y los demás. “Obligado a elegir entre el tentador poder que le proporciona el nuevo traje y el compasivo héroe que solía ser, Peter deberá vencer sus propios demonios, mientras dos de sus más temidos enemigos, Venom y el Hombre de Arena (Thomas Haden Church) utilizarán sus poderes para calmar su sed de venganza, amenazando a Peter y a toda la gente que quiere”, dice la ficha.
Visto en el brete de idear una campaña de promoción atractiva, chispeante y que marque de forma indeleble las excelencias de Burger King entre la muchachada, y visto que Burger King patrocina la peli, el ejecutivo de turno ha tenido la brillante idea de hacer de guionista. Darnos a elegir entre nosotros o los demás. Para el público en general la disyuntiva consiste entre una tele y un viaje después de rascar una ficha de cartón, o algo así. Ahora, para la gente de bien la elección está entre que te manden a casa una PSP o que envíen asistencia médica para 15 niños en Uganda (asistencia sorprendentemente bien detallada en la promoción). Si eliges la PSP, los 15 niños de Uganda se quedarán como hasta entonces, y si eliges la asistencia médica, pues te quedas sin la Playstation. Sencillo. Nosotros o los demás.
Hay una pregunta por encima de todas. ¿Por qué? Qué demonios empuja a un encorbatado ejecutivo de marketing o a un no tan encorbatado publicista a plantear esta cuestión como forma de promocionar su empresa. “Para sentirte como Spiderman”. Ahh, entiendo. Muy buena idea, Peláez. Porque Pelaéz, el imbécil imaginario que ha defecado esta mierda de campaña, probablemente no quepa por la puerta de orgullo, pues su jefe le ha comprado la idea y le ha dado una palmadita en la espalda: “Peláez, le tengo en mis oraciones”. Peláez vio cómo la empresa Burger King montó un pifostio mediático de tres pares de cojones para ocultar que incumplía un código de conducta publicitaria firmado por la empresa de forma voluntaria, y quizá con eso consiguió que algunas personas ingiriesen más bocadillos de trozos de vacuno –carne, cartílagos y tejido conjuntivo triturado- como reacción a la disposición totalitaria del Estado en contra de los citados bocadillos. Y visto eso, Peláez decidió que llamar la atención estaba bien. O quizá ni eso.
En todo caso, esta no es sólo la historia de la amoral campaña de la empresa. Esta es la historia de Peláez a quien, probablemente, los niños de Uganda importarán bien poco, a la vista está, pero que tampoco creo que sea un monstruo. Más bien Peláez se me antoja como un joven agradecido de haber encontrado curro en el mercado laboral de los 90 y que con su nuevo puesto se compró una casa en SanChinarro y un sofá de Natuzzi, y que quiere medrar en la empresa como aspiración vital per se, no como un medio para conseguir otro fin. Y cuando, metido en el atasco o encerrado en la oficina a última hora de la tarde, se le ocurrió la idea de usar como cebo a los niños del tercer mundo, probablemente no pensase en que los niños, tan irreales para él como Spiderman, existen y en ese mismo momento, en una versión grotesca de las pelis de Iñárritu, estarían pensando en comerse una puta y grasienta hamburguesa porque están medio muertos de hambre, porque no tienen acceso al agua corriente ni a nada parecido a un servicio médico. A no ser, claro, que nuestro nuevo héroe social ceda su Playstation.
Traten de verbalizar la cosa, de ponerle sujeto, verbo y predicado, y después piensen. Una empresa de comida industrial trata de convertir a su público en superhéroes dándoles la posibilidad de salvar, o no, a 15 niños hambrientos a cambio de una heroicidad, la renuncia a una Playstation que no han pedido. Los niños hambrientos como medio para vender hamburguesas, o como medio para llamar la atención de la gente, o para algo que, sinceramente, me cuesta concebir. La confusión de Peláez entre fines y medios y la confusión entre lo que es real o lo que no, entre Spiderman y los niños, es la confusión de qué coño estamos haciendo aquí. Peláez es, sobre todo, alguien confundido. No es el malo de la película, no se piensen que se está forrado o que es un pérfido asesino en potencia. Qué va, las cosas malas no se publicitan y, en realidad, los niños en Uganda o en otros sitios mueren a paletadas mientras ustedes leen este puto blog.
Peláez es sólo un funcionario, y no confundan su campaña enferma, absurda y nihilista con una cuestión personal. No es ni siquiera eso. Porque Peláez, como los confundidos protagonistas de La Vida de los Otros, sólo quiere caminar, aunque no sepa hacia dónde ni por qué.
Burger King ha lanzado una campaña de promoción entre clientes exclusivos al hilo del lanzamiento de Spiderman 3. La campaña no es pública, y no conozco hasta qué punto es generalizada. Lo digo para que no me digan “pues en la tele dicen otra cosa”. En la película Spiderman tiene que elegir entre él y los demás. “Obligado a elegir entre el tentador poder que le proporciona el nuevo traje y el compasivo héroe que solía ser, Peter deberá vencer sus propios demonios, mientras dos de sus más temidos enemigos, Venom y el Hombre de Arena (Thomas Haden Church) utilizarán sus poderes para calmar su sed de venganza, amenazando a Peter y a toda la gente que quiere”, dice la ficha.
Visto en el brete de idear una campaña de promoción atractiva, chispeante y que marque de forma indeleble las excelencias de Burger King entre la muchachada, y visto que Burger King patrocina la peli, el ejecutivo de turno ha tenido la brillante idea de hacer de guionista. Darnos a elegir entre nosotros o los demás. Para el público en general la disyuntiva consiste entre una tele y un viaje después de rascar una ficha de cartón, o algo así. Ahora, para la gente de bien la elección está entre que te manden a casa una PSP o que envíen asistencia médica para 15 niños en Uganda (asistencia sorprendentemente bien detallada en la promoción). Si eliges la PSP, los 15 niños de Uganda se quedarán como hasta entonces, y si eliges la asistencia médica, pues te quedas sin la Playstation. Sencillo. Nosotros o los demás.
Hay una pregunta por encima de todas. ¿Por qué? Qué demonios empuja a un encorbatado ejecutivo de marketing o a un no tan encorbatado publicista a plantear esta cuestión como forma de promocionar su empresa. “Para sentirte como Spiderman”. Ahh, entiendo. Muy buena idea, Peláez. Porque Pelaéz, el imbécil imaginario que ha defecado esta mierda de campaña, probablemente no quepa por la puerta de orgullo, pues su jefe le ha comprado la idea y le ha dado una palmadita en la espalda: “Peláez, le tengo en mis oraciones”. Peláez vio cómo la empresa Burger King montó un pifostio mediático de tres pares de cojones para ocultar que incumplía un código de conducta publicitaria firmado por la empresa de forma voluntaria, y quizá con eso consiguió que algunas personas ingiriesen más bocadillos de trozos de vacuno –carne, cartílagos y tejido conjuntivo triturado- como reacción a la disposición totalitaria del Estado en contra de los citados bocadillos. Y visto eso, Peláez decidió que llamar la atención estaba bien. O quizá ni eso.
En todo caso, esta no es sólo la historia de la amoral campaña de la empresa. Esta es la historia de Peláez a quien, probablemente, los niños de Uganda importarán bien poco, a la vista está, pero que tampoco creo que sea un monstruo. Más bien Peláez se me antoja como un joven agradecido de haber encontrado curro en el mercado laboral de los 90 y que con su nuevo puesto se compró una casa en SanChinarro y un sofá de Natuzzi, y que quiere medrar en la empresa como aspiración vital per se, no como un medio para conseguir otro fin. Y cuando, metido en el atasco o encerrado en la oficina a última hora de la tarde, se le ocurrió la idea de usar como cebo a los niños del tercer mundo, probablemente no pensase en que los niños, tan irreales para él como Spiderman, existen y en ese mismo momento, en una versión grotesca de las pelis de Iñárritu, estarían pensando en comerse una puta y grasienta hamburguesa porque están medio muertos de hambre, porque no tienen acceso al agua corriente ni a nada parecido a un servicio médico. A no ser, claro, que nuestro nuevo héroe social ceda su Playstation.
Traten de verbalizar la cosa, de ponerle sujeto, verbo y predicado, y después piensen. Una empresa de comida industrial trata de convertir a su público en superhéroes dándoles la posibilidad de salvar, o no, a 15 niños hambrientos a cambio de una heroicidad, la renuncia a una Playstation que no han pedido. Los niños hambrientos como medio para vender hamburguesas, o como medio para llamar la atención de la gente, o para algo que, sinceramente, me cuesta concebir. La confusión de Peláez entre fines y medios y la confusión entre lo que es real o lo que no, entre Spiderman y los niños, es la confusión de qué coño estamos haciendo aquí. Peláez es, sobre todo, alguien confundido. No es el malo de la película, no se piensen que se está forrado o que es un pérfido asesino en potencia. Qué va, las cosas malas no se publicitan y, en realidad, los niños en Uganda o en otros sitios mueren a paletadas mientras ustedes leen este puto blog.
Peláez es sólo un funcionario, y no confundan su campaña enferma, absurda y nihilista con una cuestión personal. No es ni siquiera eso. Porque Peláez, como los confundidos protagonistas de La Vida de los Otros, sólo quiere caminar, aunque no sepa hacia dónde ni por qué.
Etiquetas: grandes primates
13 Comments:
Este comentario te ha salido ligeramente agresivo. Estoy de acuerdo contigo sobre el hecho de que es una campaña desafortunada, que quede claro. Por otra parte, no será mejor que aunque sea así haya varios niños africanos que puedan comer. No será mejor eso que nada. Y repito, la campaña me parece desafortunada.
Mentes intachables y rectas juraron hasta en arameo que no entrarían jamás de los jamases en un antro de estos que realizan apología de la víscera picada...
...hasta que tuvieron hijos!!!
La culpa no es de Peláez sino de la permisividad y falta de criterio con la educamos a nuestros pequeños bastardos.
Quizá los ejecutivos de las multinacionales, las grandes lumbreras, sólo cometen el pecado de penetrar por las rendijas de nuestra cultura del consumismo.
a) No tengo nada en contra de comer de cuando en cuando una hamburguesa de multinacional. El fundamentalismo antihamburguesa me parece tan malo como comer en un antro de esos todos los día.
b) Creo que el Peláez que has descrito es un hijod"$6ta.
Ojalá me llegase a mí esa promoción. Me iba a dar el gustazo de decirles que se metiesen la Playstation por donde les cupiese.
Esta promoción me parece tan repugnante que puede resultar contraproducente. No a todo el mundo le resulta cómodo tener que elegir entre ser un egoista o un tonto.
¿Qué diferencia hay entre esta promoción y esas que nos invitan a comprar tal producto porque "por cada euro, 10 céntimos se destinarán a (aquí su causa favorita)? Porque yo creo que sólo es una cuestión de sutileza, pero en el fondo es lo mismo.
pues yo, ante la duda, me quedo con la PSP
Espléndido.
Y Peláez no querrá hacerlo aposta, pero extiende el mal...
¿Y si Peláez tan sólo hizo un comentario absurdo entre risas entrecortadas a sus amiguetes de curro, y alguien lo tomó como una buena idea...?
¿Y si Peláez no es más que la convinación, siempre presente, de un gilipollas de los de toda la vida y un oportunista carente de ideas -y de escrúpulos?
Una combinación entre la belga candidata a senadora/feladora y mister Montes/Saliiiiinas (el tiki-taka nos perseguirá hasta el infierno).
Puede que estemos empezando a tomar demasiado en serio a los desquiciados porque ya todo importa una mierda -y ellos/nosotros son los únicos capaces de crear aberraciones un tanto originales entre tanto refrito de diox.
A lo mejor Peláez no es "un joven agradecido de haber encontrado curro en el mercado laboral de los 90" a quien su jefe le da palmaditas en la espalda, sino un publicista con años de experiencia a quien esta campaña le pareció una buena idea.
Será un imbécil, pero en ese caso es un imbécil con todas las de la ley, no un "pobre imbécil", como suele decirse.
El problema es que esa actitud de funcionario es la misma que acoge a Adolf Eichmann como Bahnbeamter y no como cómplice necesario en el asesinato industrializado.
Kale borroka contra Burger King ya.
Y quien nos garantiza q al no pedir la psp realmente van a envar esa asistencia medica a 15 niños de Uganda? Y porque 15? si en la aldea de marras son 18 niños los que necesitan ayuda quien decide q 3 niños se quedan fuera? no es eso más cruel todavia q no ayudar a ninguno? eso en caso de que realmente la envien y no sea otro de esos casos, REALES, en los que la gente se solidariza, da dinero, apadrina.... a una pandilla de sinverguenzas, directivos de grandes empresas que tb necesitan de nuestra humantaria ayuda para comprarse una casita con cancha de tenis y dos piscinas. Por supuesto al lado de un campo de golf......
Dicho esto me quedo con la PSP, aunque lo tengo dificil, nunca he comido ni pienso hacerlo, en uno de esos establecimientos
No se trata de saber si realmente van a enviar esa asistencia, o de si Peláez es un malvado; se trata de que esta mierda de gente nos pone en un brete moral que en el fondo les tira de la polla, porque de lo que va es de vender pedazos de carne a tu costa, a la de los niños de Uganda o a la de quien sea.
El fundamentalismo antihamburguesa ni es tal, ni es comparable a comer allí todos los días. Yo decido donde como y (más o menos) lo que como, incluído hamburguesas. Se trata simplemente de no pagar con mi dinero campañas tan odiosas como ésta
Ole ahí tus cojones, qué bien escribes Pierre.
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