La libreta
Un amigo, de los buenos de verdad, tenía años ha una libreta y un boli en la mesilla de noche para apuntar las ideas que se le ocurrían mientras trataba de dormirse. Ya saben, esas cosas que se piensan cuando tenemos los ojos apretados, como si a fuerza de ternerlos bien bien cerrados nos fuésemos a dormir antes. Luego, cuando los abrimos para darnos la vuelta, nos sorprendemos de poder apreciar las más pequeñas variaciones de la iluminación cuando un vecino enciende una lámpara. Y, mientras tanto, se nos van ocurriendo cosas, cosas fantásticas, aunque pocas veces tienen relación con los problemas que nos llevan de cabeza. Suelen ser teoremas generales que en la difusa lógica del duermevela explican y dan sentido a algo que nos parecía caótico. O creaciones definitivas, como el embrión de un excelente relato o las características del videojuego que marcará una época. O inventos geniales. O hipótesis sobre la evolución del arte, la sociedad…. Lo que sea.
La pena es que casi nunca nos acordamos de estas cosas, y por eso mi amigo se compró la libreta y el boli. La otra pena es que, al menos en mi caso, las ideas geniales de por la noche han degenerado y parecen tontas o, las más de las veces, incomprensibles. O sea, que no sirven para nada. Y es una mierda, porque por la noche estás absolutamente convencido de que son cosas que, bueno, igual no te cambian la vida, pero sí te permitirán comprenderla un poco mejor, hacer alguna cosa interesante o, al menos, tener algo que contar a los demás.
Algo parecido pasa con las excusas que los vagos nos buscamos para remolonear cinco minutos más en la cama. No sé si a ustedes les ocurrirá, pero mi cerebro es capaz de procesar más información quee HAL 9000 con tal de encontrar un minúsculo resquicio que sirva para quedarse un poquito más. En serio, es un esfuerzo intelectual espectacular, repaso en minutos todas las circunstancias alrededor del hecho de levantarme. Y no sólo si estoy afeitado o no o si tengo alguna cita pendiente, sino la probable frecuencia del metro en el día de marras o explicaciones que me permitan posponer las obligaciones más inmediatas de esa mañana. De desayunar, obviamente, ni hablamos.
Es parecido, pero distinto. Porque las excusas para no salir de la cama son eso, excusas, que ni yo mismo me las tomo demasiado en serio. Pero tengo mis dudas respecto a las otras ideas. Quizá no sean tan disparatadas como parecen y sea la rutina diaria de trabajo comida trabajo cena sueño una anteojera para la imaginación. Siempre dicen los científicos que utilizamos sólo una pequeña parte de nuestro cerebro, y que en nuestras neuronas existe el potencial para ser muchísimo más inteligentes, pero no dicen si esa baja utilización de capacidad es motivada porque no sabemos usar el cerebro o porque lo usamos en tareas poco eficaces. Probablemente cuando nos despertamos a medianoche, o cuando no nos podemos dormir, la cabeza no circula por los raíles de la rutina diaria. No está pendiente del trabajo, de llegar pronto a casa o de si quedan cervezas. Y no hay nadie que nos esté mirando y que nos diga “vaya gilipollez” o “ese argumento es propio de tal o cual”. Podemos pensar lo que queramos, tenemos tiempo para hacerlo y no tenemos cortapisas. Así que creo que me voy a ir a comprar una libretita.
La pena es que casi nunca nos acordamos de estas cosas, y por eso mi amigo se compró la libreta y el boli. La otra pena es que, al menos en mi caso, las ideas geniales de por la noche han degenerado y parecen tontas o, las más de las veces, incomprensibles. O sea, que no sirven para nada. Y es una mierda, porque por la noche estás absolutamente convencido de que son cosas que, bueno, igual no te cambian la vida, pero sí te permitirán comprenderla un poco mejor, hacer alguna cosa interesante o, al menos, tener algo que contar a los demás.
Algo parecido pasa con las excusas que los vagos nos buscamos para remolonear cinco minutos más en la cama. No sé si a ustedes les ocurrirá, pero mi cerebro es capaz de procesar más información quee HAL 9000 con tal de encontrar un minúsculo resquicio que sirva para quedarse un poquito más. En serio, es un esfuerzo intelectual espectacular, repaso en minutos todas las circunstancias alrededor del hecho de levantarme. Y no sólo si estoy afeitado o no o si tengo alguna cita pendiente, sino la probable frecuencia del metro en el día de marras o explicaciones que me permitan posponer las obligaciones más inmediatas de esa mañana. De desayunar, obviamente, ni hablamos.
Es parecido, pero distinto. Porque las excusas para no salir de la cama son eso, excusas, que ni yo mismo me las tomo demasiado en serio. Pero tengo mis dudas respecto a las otras ideas. Quizá no sean tan disparatadas como parecen y sea la rutina diaria de trabajo comida trabajo cena sueño una anteojera para la imaginación. Siempre dicen los científicos que utilizamos sólo una pequeña parte de nuestro cerebro, y que en nuestras neuronas existe el potencial para ser muchísimo más inteligentes, pero no dicen si esa baja utilización de capacidad es motivada porque no sabemos usar el cerebro o porque lo usamos en tareas poco eficaces. Probablemente cuando nos despertamos a medianoche, o cuando no nos podemos dormir, la cabeza no circula por los raíles de la rutina diaria. No está pendiente del trabajo, de llegar pronto a casa o de si quedan cervezas. Y no hay nadie que nos esté mirando y que nos diga “vaya gilipollez” o “ese argumento es propio de tal o cual”. Podemos pensar lo que queramos, tenemos tiempo para hacerlo y no tenemos cortapisas. Así que creo que me voy a ir a comprar una libretita.
Etiquetas: ideas peregrinas
17 Comments:
Sí que he oido decir a los sabios de la psique, que el duermevela es uno de los momentos de más actividad creativa de cerebro oculto. Así que suerte con la libretita y ahora que no se te ocuran maravillosas y contundentes excusas para no encontrar el boli a tiempo.
Es magnífico hacer eso, y lo mejor es que cuando ya estas más "consciente" te preguntas a tí mismo como has podido llegar a esa conclusión.
Las ideas tontas son eso, tontas, pero en alguna puede que no sea tan tonta como crees.
Te aconsejo que hagas como tu amigo y te apuntes esas ideas, el papel no falla la memoria sí.
qué bonito. Estaría bien que todos tuvieramos la libretita de marras y luego comparáramos ideas. Igual no arreglábamos el mundo (seguro) pero a lo mejor teníamos todos mejores sueños.
Creo que muchas cosas degeneran con el tiempo, aunque solo sean unas pocas horas, pero estoy de acuerdo contigo. Yo tengo una especie de libreta de esas... no apunto ideas geniales, sólo tonterías, pero son cosas que me ayudan a comprender un poco mejor la vida...
La afirmación de que sólo utilizamos una parte de nuestro cerebro (suele decirse un diez por ciento) es una absoluta falacia. Ningún científico da esa aseveración por buena. Es más bien una de esas conclusiones a las que llegan ciertos personajes del mundo del esoterismo para intentar hacerse los interesantes. Lo cierto es que (como es lógico por un proceso evolutivo) usamos todo nuestro cerebro, todas nuestras neuronas, en nuestra vida. En cualquier caso, la creatividad, como todas las actividades de nuestro cuerpo, puede ser entrenada para llegar a límites más altos. Lo de la libretita no me parece mala opción, yo también voy a probar a ver si sale algo.
Yo he probado con mi mp3 cutre que tambien graba, para cuando me viene esa melodia en la oscuridad, atraparla. Despues la escucho y no entiendo nada de ese tarareo. Algo parecido me sucede al fumar marihuana: se me dispara la cabeza con melodias, ideas, letras, proyectos.... si no los registras, malo. Si lo haces, te das cuenta que apenas hay nada salvable. pero si que es ciero que se descubren cosas que estan ahi y que no querias/sabias ver.
Una noche soñe una canión preciosa, soñe que la tocaba Paco de Lucia, era un instrumental corto y sencillisimo (vamos que el Sr Lucia lo tocaria comiendose una paella y hablando por el mobil a la vez). Me desperte pero no registré la idea.
¿Qué es peor? ¿no registrar la idea, o registrarla y darte cuenta que no tiene nada de especial?
cuántas grandes entradas de blog se van con el champú por el desagüe de la ducha al aclararse uno la cabeza...
y encima no han inventado libretas water-resist (como los relojes casio)
Te comprarás, por supuesto, un Moleskine, ¿no? ;).
Hola:
Hoy es el dia en el que de blog en blog, leo un monton de cosas interesantes. He caido aqui desde el blog de David y alli, desde el de Amador Aranda. Que jaleo!
En el blog de David dice mas o menos que merece la pena leerte, voy a echar un vistazo.
Saludos.
Yo también tuve (o tengo, pero en un cajón) una libreta en la mesilla de noche. Pero me da mucha pereza apuntar según qué cosas... o sea, que como si no la tuviera.
Por otro lado, soy un crack de las excusas para dormir cinco minutos más.
O sea, que me he sentido muy identificado con esta entrada.
Y yo también. ¡¡¡Identificadísima!!!
No por lo de las buenas ideas...eso no (que yo en cuando estoy a punto de dormirme solo pienso en estupideces), sino por lo de las excusas.
Cinco minutos más, que no me tengo que lavar el pelo.
Ay...voy a pensar la ropa que me pongo antes de levantarme.
Todo esto suele derivar en sprints diarios hacia el trabajo que ni el Ben Johnson ése.
Yo tampoco desayuno: prefiero dormir a comer.
Remolonear en la cama es una forma de vida. Yo pongo el café y me voy a la ducha que tiene que ser corta porque ya se sabe "café hervido, café perdido". Así puedo quedarme 3 minutos más en la cama, anda que no.
Mi libreta en la mesilla, ahora mismo, es monotemática como mis ocupaciones neuronales.....chavetas 24 hours.
Quedan 9 días.....
Pierre, échale un vistazo a este enlace, que tu correo me da error y me lo devuelve:
http://www.motorpasion.com/2007/05/08-los-autos-locos-modelos-a-tamano-real
El título del link lo dice todo.
Buenas tardes,
Hoy me dijeron que se acabaron las excusas para no salir de la cama por las mañanas..sniff!
Cinco minutos antes de dormir es cuando pasan las cosas verdaderas. Solo esos cinco minutos merecen la pena. Ahora mismo cojo la libreta y la empiezo hoy. Y punto.
Ese caos febril de la modorra (palabras puestas por primera vez en este orden por Valle Inclán) del que hablas quizá sea lo que se conoce como hipnagogia.
Pues si al final es verdad que usamos el 100% de nuestras neuronas, y no el 10% como decía el Señor Pierre Nodoyuna, nuestro sistema educativo no tiene solución.
A mi no se me ocurren ideas chachis ants de sobarme. De hecho, no se me ocurren ideas de ningún tipo. Yo caigo en coma.
Colette, ni tu ni yo pertenecemos a la parte de la humanidad potencialmente genial. Sufro.
Es verdad antes de dormirte te salen ideas geniales. Y si no las apuntas, se te olvidan al día siguiente
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