El comodín del público
United States of America
RIP
(July 4, 1776 - October 17, 2006)
RIP
(July 4, 1776 - October 17, 2006)
Así arranca Andrés Boix, de La Página Definitiva, su artículo (escrito en octubre, para que se hagan una idea del estajanovista ritmo de producción de Pierre) sobre la Military Comissions Act, la Ley que otorga al Presidente y a los servicios secretos de Estados Unidos el privilegio de eliminar los derechos de los ciudadanos escudándose, de nuevo, en el espantajo terrorista. El status legal de una persona considerada 'combatiente enemigo ilegal' queda sometida al albedrío del Presidente o de aquellas personas a las que éste delegue tal privilegio, que permite la detención sumaria de una persona y a su arresto indefinido. Andrés la compara con la norma con la Ermächtigungsgesetz (mantengan, por favor, alejada esta palabra del alcance de los niños) de 1933, la ley que acabó con la república de Weimar y alumbra el Estado nazi o, mejor dicho, el ejercicio del poder absoluto por parte del poder ejecutivo, que a su vez está encarnado en el partido nazi, que depende sólo del Führer. Lo típico, vamos, el pueblo es débil y veleidoso, así que voy a hacer el trabajo sucio. Copiopego
... sí era la primera vez que se utilizaba con la expresa intención de apoderar al ejecutivo dela capacidad absoluta de legislar, incluso contra lo que determinaba la Constitución (así, por ejemplo, incluso contra los derechos fundamentales), sin que estas decisiones fueran controladas. Y, aunque, tal y como obligaba la Constitución, la ley prevé una validez temporalmente limitada (4 años) desde un primer momento se plantea de manera evidente (dada, en primer lugar, la ya de por sí generosísima y atentadora contra el espíritu de cualquier limitación temporal fijación del plazo de vigencia en tanto tiempo) que está ahí para quedarse. A partir de ese momento, la autoridad del ejecutivo alemán y del Reichskanzler será absoluta. Sus decisiones desplegarán efectos sin oposición alguna, con independencia de su contenido y proceso decisorio, sin posibilidad de réplica o control, sólo de acatamiento.
Un estado de excepción permanente frente a un enemigo que está por todas partes. Lo típico, también, pues no hay una dictadura que se precie que no esté justificada -para deleite de buena parte de la población- en un malo de final de pantalla. Unos se pasan por donde amargan los pepinos el poder legislativo y los otros el judicial. La voluntad de unos es tomar y retener el poder absoluto para crear un Reich de 1.000 años mientras que los otros, según lo que leí por ahí, redactaron la ley más bruta que se les ocurrió para obligar a la oposición a votar en contra, llamarles amigos de los terroristas... Aunque no es muy tranquilizador pensar que la mejor forma de ganar votos es cargarse los derechos ciudadanos. Se podría decir también que la Military Comissions Act ha dado una capita de Super Ween (el del avión) a algo que se lleva haciendo varios años (y varias décadas), pero creo que esto nunca preocupó realmente. Y, en todo caso, me despisto, pues no hablamos de fines sino de medios.
Me recordó un artículo de Manuel Rivas sobre Carl Shmitt, jurista alemán que terminó dando forma al Estado nazi, precisamente a partir de la idea de el enemigo, "la soberanía, en la medida en que se entienda como la capacidad de adoptar decisiones sin posibilidad de sufrir oposición, conduce en la lógica schmittiana a la posibilidad de que en situaciones excepcionales ésta sea delegada o conferida a un ente o persona que la gestionará con todos sus atributos", como comenta Boix en un artículo posterior sobre Schmitt. Rivas habla de katechon, una especie de dique contra el mal: Some understand 'katechon' as an Orthodox emperor, some as a secret mysterious organization, that keeps on restraining the Evil after the fall of all Orthodox empires. Obviamente, el katechon se cataloga a sí mismo como tal como medio para arrogarse los poderes necesarios a la hora del gran combate.
Solamente el SPD votó en contra de la propuesta del parido nazi. Y la Ermächtigungsgesetz funcionó formalmente bajo el paraguas teórico de la república de Weimar, al tratarse de la aprobación de un Estado de excepción de cuatro años que, transcurrido ese periodo, se volvía a aprobar. Por supuesto, al dotar de poder absoluto al Führer, del Estado anterior quedaba más bien poco. Pero todo fue formalmente y, quizá, jurídicamente, correcto. Me pone los pelos de punta la naturalidad con la que se ha aceptado la renuncia a derechos básicos y con la que el comodín del público (terrorismo, terrorismo, terrorismo) acaba con cualquier clase de debate. Me pone los pelos de punta, también, ver cómo la suspensión de derechos se articula manteniendo el orden jurídico formal y que, además, todo ello, se suma que la capacidad para distinguir amigo de enemigo queda sometida a la voluntad del supuesto amigo. Porque al principio, ya saben, los malos adoptan una forma clara y definida. Pero después son se convierten en algo etéreo, volátil, y la lucha contra el mal es la lucha conta todo, probablemente contra nosotros.
Somos unos tarados si pensamos que la constitución (cualquier constitución) sirve de algo ante un poder capaz de convencer a la masa de que ellos saben defendernos mejor que nosotros de un mal absoluto. En España, donde a don Francisco las leyes se las redactaba el equipo de La Hora Chanante, esto nos parecerán fruslerías metrosexuales, pues desde tiempos inmemoriales hemos sabido que el que manda, manda, y hemos tenido a cuenta de las txapelas unos cuantos episodios que han rozado o traspasado varias líneas rojas, como la Ley de Partidos. De hecho, me extraña que con nuestro natural ser "vivan la caenas" se nos hayan adelantado los yanquis.
... sí era la primera vez que se utilizaba con la expresa intención de apoderar al ejecutivo dela capacidad absoluta de legislar, incluso contra lo que determinaba la Constitución (así, por ejemplo, incluso contra los derechos fundamentales), sin que estas decisiones fueran controladas. Y, aunque, tal y como obligaba la Constitución, la ley prevé una validez temporalmente limitada (4 años) desde un primer momento se plantea de manera evidente (dada, en primer lugar, la ya de por sí generosísima y atentadora contra el espíritu de cualquier limitación temporal fijación del plazo de vigencia en tanto tiempo) que está ahí para quedarse. A partir de ese momento, la autoridad del ejecutivo alemán y del Reichskanzler será absoluta. Sus decisiones desplegarán efectos sin oposición alguna, con independencia de su contenido y proceso decisorio, sin posibilidad de réplica o control, sólo de acatamiento.
Un estado de excepción permanente frente a un enemigo que está por todas partes. Lo típico, también, pues no hay una dictadura que se precie que no esté justificada -para deleite de buena parte de la población- en un malo de final de pantalla. Unos se pasan por donde amargan los pepinos el poder legislativo y los otros el judicial. La voluntad de unos es tomar y retener el poder absoluto para crear un Reich de 1.000 años mientras que los otros, según lo que leí por ahí, redactaron la ley más bruta que se les ocurrió para obligar a la oposición a votar en contra, llamarles amigos de los terroristas... Aunque no es muy tranquilizador pensar que la mejor forma de ganar votos es cargarse los derechos ciudadanos. Se podría decir también que la Military Comissions Act ha dado una capita de Super Ween (el del avión) a algo que se lleva haciendo varios años (y varias décadas), pero creo que esto nunca preocupó realmente. Y, en todo caso, me despisto, pues no hablamos de fines sino de medios.
Me recordó un artículo de Manuel Rivas sobre Carl Shmitt, jurista alemán que terminó dando forma al Estado nazi, precisamente a partir de la idea de el enemigo, "la soberanía, en la medida en que se entienda como la capacidad de adoptar decisiones sin posibilidad de sufrir oposición, conduce en la lógica schmittiana a la posibilidad de que en situaciones excepcionales ésta sea delegada o conferida a un ente o persona que la gestionará con todos sus atributos", como comenta Boix en un artículo posterior sobre Schmitt. Rivas habla de katechon, una especie de dique contra el mal: Some understand 'katechon' as an Orthodox emperor, some as a secret mysterious organization, that keeps on restraining the Evil after the fall of all Orthodox empires. Obviamente, el katechon se cataloga a sí mismo como tal como medio para arrogarse los poderes necesarios a la hora del gran combate.
Solamente el SPD votó en contra de la propuesta del parido nazi. Y la Ermächtigungsgesetz funcionó formalmente bajo el paraguas teórico de la república de Weimar, al tratarse de la aprobación de un Estado de excepción de cuatro años que, transcurrido ese periodo, se volvía a aprobar. Por supuesto, al dotar de poder absoluto al Führer, del Estado anterior quedaba más bien poco. Pero todo fue formalmente y, quizá, jurídicamente, correcto. Me pone los pelos de punta la naturalidad con la que se ha aceptado la renuncia a derechos básicos y con la que el comodín del público (terrorismo, terrorismo, terrorismo) acaba con cualquier clase de debate. Me pone los pelos de punta, también, ver cómo la suspensión de derechos se articula manteniendo el orden jurídico formal y que, además, todo ello, se suma que la capacidad para distinguir amigo de enemigo queda sometida a la voluntad del supuesto amigo. Porque al principio, ya saben, los malos adoptan una forma clara y definida. Pero después son se convierten en algo etéreo, volátil, y la lucha contra el mal es la lucha conta todo, probablemente contra nosotros.
Somos unos tarados si pensamos que la constitución (cualquier constitución) sirve de algo ante un poder capaz de convencer a la masa de que ellos saben defendernos mejor que nosotros de un mal absoluto. En España, donde a don Francisco las leyes se las redactaba el equipo de La Hora Chanante, esto nos parecerán fruslerías metrosexuales, pues desde tiempos inmemoriales hemos sabido que el que manda, manda, y hemos tenido a cuenta de las txapelas unos cuantos episodios que han rozado o traspasado varias líneas rojas, como la Ley de Partidos. De hecho, me extraña que con nuestro natural ser "vivan la caenas" se nos hayan adelantado los yanquis.
Etiquetas: Españaza, grandes primates
3 Comments:
En condiciones estándar y dada una línea temporal suficientemente larga, es insostenible: a mayor imposición de orden, mayor escalada de Caos.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Nos han superado, pero les daremos alcance, don Pierre.
No le quepa duda, estamos trabajando en ellou.
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