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Y allá van de nuevo...

lunes, diciembre 22, 2008

Excusas 2.0

Bueno, otro mes más sin actualizar, y el blog se acerca a su tercer año de blog-no-muerto. Siento el retraso, pero estuve por aquí unos días.

No, no es una foto de Güindous aunque lo parezca. Tampoco he estado un mes duna arriba duna abajo. Es mi natural inconstancia la que me lleva a abandonar el blog durante un tiempo suficiente como para que se formen las colas de gente comprando décimos de lotería, para que la gente más hijaputa de la comunidad de vecinos cante Adeste Fideles con voz angelical y nos prometa amor con una sonrisa en la boca, y para que la tele se llene de anuncios de macizas, macizos y sucedáneo de marisco.

Este año he visto uno nuevo por la tele (ahora me dirán que tiene 5 años). Se llama Anguriña y supongo que es la competencia de La Gula, aunque bastante menos logrado, la verdad. A mí me habrían gustado unas que se llamasen N'Gula, en plan africano.

Yo tenía un chándal de marca Mike, y mis compañeros de clase llevaban las Ribuk y una imitación de J'Hayber que no recuerdo cómo era. Pero aquello tenía su sentido. Tu madre te compraba un chándal que parecía, más o menos, lo que ella pensaba que las criaturas preferían, y salía barato. A la criatura, obviamente, no la engañaban pero, al menos en mi clase, no era dramático llevar roma garrafón. Era más llevadero que la responsabilidad de portar ropa de marca de verdad. Pero digo que tenía sentido porque había marcas de verdad y marcas de imitación, cada uno en su papel. Pero, ¿en las angulas? Nadie sabe cómo saben las de verdad y en cambio el sucedáneo es un ingrediente más de nuestra cocina. Quizá incluso sepa peor la angula que La Gula ¿Para qué imitarlas? ¿Por qué menoscabar la dignidad del tronquito de surimi poniéndole ojos y llamándole, ay, 'Anguriña'? Como si se tratase de la canción. O, como he visto en una sesuda comparativa de la revista del Eroski, Nekulas. Por favor.

Es cierto que la industria alimentaria, la de los pollos deformes y vacas necrófagas, en una maravillosa parábola del milagro capitalista, ha convertido un oscuro e insípido pescado de Alaska en un manjar que disputa con Carolina Herrera el prime time publicitario navideño. Pero yo, casi, prefiero ser pobre pero digno. Si me diesen a elegir yo casi preferiría ser tronquito de surimi, más modesto, pero con personalidad propia al fin y al cabo.

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

La gastronomía es muy asaltacunas. Otros países degustadores de pescado se quejaban de los españoles porque nos comíamos (o alguien se comía) las anguilas en su categoría alevín. El cordero lechal tampoco pasa nunca a cadetes...

Además del chupa chups, el futbolín y la fregona, supongo que la máquina de extrusión de surimi con acabado con tinta de cefalópodo, es otra de las pocas glorias del I+D patrio.

22 diciembre, 2008 19:12  
Anonymous Anónimo said...

bueno, bueno, lo de que el lechal no pasa nunca a categoría cadete, será en vuestro pueblo, majos, porque en el resto de Ejpaña, se comen "lechales" que casi juegan al dominó (por lo menos en los pueblos de La Mancha, doy fé)
Anónima

29 diciembre, 2008 13:23  
Blogger Philadelphia said...

Pues yo paso de sucedáneos que me dan alergia.
Un saludo

02 enero, 2009 17:03  

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