El kinki fashion victim
Hacía tiempo que no pegaba la oreja a una buena conversación en el Metro, una de mis aficiones favoritas. Quizá los móviles con altavoz (en sus versiones reaggeton, flamenquito o makineto cantadito) tengan algo que ver. Pero la del otro día me sirvió para descubrir una nueva tipología de tribu y, si alguno de ustedes lo recuerda (en el improbable caso de que haya algún ustedes leyendo) quien perpetra esto que antes era un blog tiene un extraño gusto por la taxonomía urbana. Descubrí al kinki fashion victim.
Iba, pues, con mi librito, y me coloqué en la plataforma del extremo del vagón, apoyado en la puerta que no se abre y al lado de dos chavales. Edad, unos 16. Pinta, chunga. No tan chunga como para cambiarme de sitio (en realidad, salvo tarados que gritan o gentuza maleducada, no suelo hacerlo) pero de estos que miras de reojo. Rollo callejeros. Pegué la oreja cuando les oí hablar de alguien cuya principal característica era "sí, ese que va siempre con la camiseta de Cristiano". Después comentaron una pelea. Se había metido en una el Johnny, o el Charlie, no recuerdo, y alguien había sacado una navaja. En consecuencia, "el Johnny había perdido una gorra de treintaytantos leuros". "¿Una negra?" "No, una blanca, xxxxx (de la marca no me acuerdo) que es así como larga" "Ah, esa mola mucho; es que la negra a mí no me gusta". Todo esto con acento muy kinki.
Lo comentado de la pelea no era el resultado, ni el asunto de la navaja, sino la gorra. Siguiente conversación. Acerca de una bolsa de otra marca desconocida que uno ve en el andén de una estación y comentaque "ahora la lleva todo el mundo". Y tercera conversación, hablando de uno de ellos que ha ido a la presentación del dichoso Cristiano. "Pues se ha cortado el pelo". "¿Y como lo lleva?" "Pues así, como un poco largo por aquí, como los xxxx (creo que dijo popis, pero no le entendí)" "¿Como yo?" "No, tiene como más pelo por aquí por los lados, y un poco largo por atrás". Y así. Tampoco es que llevasen unas pintas muy cuidadas, iban todo de negro con unas zapatillas estúpidamente grandes, pantalones en plan militar y poco más. No iban de bakalas, sin más bien de macarrillas. Podrían haber pasado antes por raperos garrafón (muy, muy garrafón) que por bakalas de toda la vida. Pero no, eran dos kinkis de toda la vida y no hablaron de tías, de drogas, de salir, de peleas, delitos menores o de lo cabrones que son los padres. Hablaban de trapitos. No en el plan en el que de chavales se hablaba, en mi era, de las J'Hayber y se hacía corrillo a quien traía unas nuevas. No, el interés por el detalle era digno de una versión masculina, quinceañera y cutre de Sexo en Nueva York. Y, bueno, no puedo comentarles más. Pero mi cacac
Actualización: El "Pero mi cac" de arriba no sé qué pinta. Sé que es texto falso, pero lamentablemente no les puedo decir que era el inicio de una disertación sobre el Madrid de 2009 porque no recuerdo qué decía la frase eternamiente mutilada
Iba, pues, con mi librito, y me coloqué en la plataforma del extremo del vagón, apoyado en la puerta que no se abre y al lado de dos chavales. Edad, unos 16. Pinta, chunga. No tan chunga como para cambiarme de sitio (en realidad, salvo tarados que gritan o gentuza maleducada, no suelo hacerlo) pero de estos que miras de reojo. Rollo callejeros. Pegué la oreja cuando les oí hablar de alguien cuya principal característica era "sí, ese que va siempre con la camiseta de Cristiano". Después comentaron una pelea. Se había metido en una el Johnny, o el Charlie, no recuerdo, y alguien había sacado una navaja. En consecuencia, "el Johnny había perdido una gorra de treintaytantos leuros". "¿Una negra?" "No, una blanca, xxxxx (de la marca no me acuerdo) que es así como larga" "Ah, esa mola mucho; es que la negra a mí no me gusta". Todo esto con acento muy kinki.
Lo comentado de la pelea no era el resultado, ni el asunto de la navaja, sino la gorra. Siguiente conversación. Acerca de una bolsa de otra marca desconocida que uno ve en el andén de una estación y comentaque "ahora la lleva todo el mundo". Y tercera conversación, hablando de uno de ellos que ha ido a la presentación del dichoso Cristiano. "Pues se ha cortado el pelo". "¿Y como lo lleva?" "Pues así, como un poco largo por aquí, como los xxxx (creo que dijo popis, pero no le entendí)" "¿Como yo?" "No, tiene como más pelo por aquí por los lados, y un poco largo por atrás". Y así. Tampoco es que llevasen unas pintas muy cuidadas, iban todo de negro con unas zapatillas estúpidamente grandes, pantalones en plan militar y poco más. No iban de bakalas, sin más bien de macarrillas. Podrían haber pasado antes por raperos garrafón (muy, muy garrafón) que por bakalas de toda la vida. Pero no, eran dos kinkis de toda la vida y no hablaron de tías, de drogas, de salir, de peleas, delitos menores o de lo cabrones que son los padres. Hablaban de trapitos. No en el plan en el que de chavales se hablaba, en mi era, de las J'Hayber y se hacía corrillo a quien traía unas nuevas. No, el interés por el detalle era digno de una versión masculina, quinceañera y cutre de Sexo en Nueva York. Y, bueno, no puedo comentarles más. Pero mi cacac
Actualización: El "Pero mi cac" de arriba no sé qué pinta. Sé que es texto falso, pero lamentablemente no les puedo decir que era el inicio de una disertación sobre el Madrid de 2009 porque no recuerdo qué decía la frase eternamiente mutilada
Etiquetas: frikismo, grandes primates
6 Comments:
Ya estoy viendo sus futuros coches.
Te paso otra conversación cotilleada de estas que cuesta escuchar sin tocarse. No me pude resistir a publicarla.
http://panchitosyabsenta.blogspot.com/2009/05/madre-no-hay-mas-que-una.html
Metroan berriki hamasei bat urteko neska bi zihoazen eserita. Halako batean(Iban dos chavalas de 16 años sentadas en el metro.de repente): “vamos a ponernos de pie tía porque entre el tracatrá este y el piercing que llevo en el coño es que me voy a correr.” (http://eibar.org/blogak/zapiain/archive/2007/weblogarchive_view?b_start:int=30&-C=)
¿"Pero mi cacac"?
Yo creo que eran "pokeros", también conocidos en el sur de España como "canis". A sus chicas las llaman "leopardesas" (las princesas de los pokeros) por lo mucho que les gusta la lycra con estampados felinos. ¿Su habitad natural? El polígono (también se les llama "poligoneros", y de ahí viene lo de pokeros, al parecer). Eran habituales de Costa Polvoranca hasta que la tele empezó a hablar de aquel sitio. Son macarras de toda la vida, antes habrían sido bakalas, pero con un importante sentido estético que les lleva a copiar, sin pudor, la imagen metrosexual a lo Cristiano Ronaldo: gorras, chándales, blancos con fosforescentes, estética rapera con ropa más ajustada (al estilo de un triunfito de los de ahora).
No te lo vas a creer: ellos se ven guapos.
Mi padre era profesor de instituto hasta que se prejubiló el año pasado: el día que vió a 4 kinkis de 15 años de Móstoles hablando de depilaciones de piernas y pecho se dio cuenta que estaba mayor para eso.
Cuando yo estudié allí hace 10 años habríamos tirado por la ventana embadurnado de alquitrán y plumas a cualquiera que hablara de esos temas.
Esto con Franco no pasaba.
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